COSI FAN TUTTE LLEGA AL MUNICIPAL DE LAS CONDES.
En una iniciativa que solo merece elogios, en el cómodo Teatro Municipal de Las Condes, se está presentando por primera vez –en lo que esperamos se convierta en una costumbre– una ópera, con el objetivo final de allegar nuevas audiencias, para un género que al parecer gana cada día más adeptos.
Por cierto que nos parece muy acertado, haberlo iniciado con un título festivo, gracioso e irónico, nada menos que una de las cumbres de Wolfgang Amadeus Mozart, su ópera Cosí fan Tutte (Así lo hacen todas), en una versión reducida inteligentemente por Miryam Singer y Eduardo Browne, pues los cortes no son notorios en sus enlaces, solo que tal vez algunos conocedores, esperen algunas de las estrofas en las arias, o los pequeños coros.
A juzgar, por la reacción del público que llenó el teatro en el estreno, la opción fue acertada, porque rieron bastante durante la función, y aplaudieron largamente al finalizar.
Los responsables de la puesta en escena fueron la incansable Miryam Singer, que estuvo a cargo de la Dirección de escena (Règie) y video, también de la escenografía, vestuario e iluminación, mientras que la dirección musical fue del talentoso Eduardo Browne.
Con un conjunto instrumental de solo diez músicos, se lograron momentos de gran calidad y certero estilo, no obstante creemos que en los momentos en que acompañan solo las cuerdas, este resultó insuficiente, empero el resultado es de un alto nivel.
Browne salvó con prestancia, algún pasajero desajuste de pulso, entre solistas y orquesta, en particular al inicio del primer acto, lo que atribuimos al nerviosismo propio de un estreno, luego en el desarrollo, todo fluyó estupendamente, concluyendo con segundo acto soberbio.
En una escenografía curva, se proyectan las imágenes, según la escena donde ocurre la acción, fundiendo algunas de los personajes, con la irrupción del mismo, a través de ella; llamando la atención especialmente: el trío (Dorabella, Alfonso y Fiordoligi) en semipenumbra, que despide al barco que lleva a los soldados a la guerra, por su poética belleza, tanto como aquellas imágenes a lo Cezanne o Van Gogh, que acompañan otras; del mismo modo fue interesante hacer de la historia algo universal y atemporal, iniciándola y finalizándola en la actualidad, incluso Despina ingresa S. XXI, para vestirse en escena de acuerdo al S. XVIII.
Al sexteto de protagonistas, se agregan tres intervinientes vestidos de negro, que observan, cambian tramoya, e interactúan con los personajes, y hasta cantan al final, su actuación es de sorprendente naturalidad y precisión.
Lo anterior nos señala, que la régie (Miryam Singer) debe estar muy ajustada al texto y la acción, algo que funcionó a la perfección, en gestos, guiños, movimientos y sentido de lo jocoso, siempre con buen gusto.
Para el éxito total, se contó con un estupendo sexteto de muy buenos cantantes y actores, que fueron encabezados por Paulina González, quien luego de su magnífica actuación en Romeo y Julieta, llega ahora a la comedia, y con la misma solvencia pone ahora su hermosa y expresiva voz al servicio del rol de Fiordiligi, con espléndidos agudos y graves, con gran soltura y gran prestancia; sus dos grandes arias fueron notables.
La Dorabella de Andrea Aguilar fue la contraparte perfecta, ella opone sus ganas de no desaprovechar oportunidades de pasarlo bien, a las grandes dudas de su hermana, que al parecer pretende seguir siendo fiel, todo con una bella y musical voz, sus arias y dúos fueron estupendos, tanto como su actuación.
Sergio Járlaz, un tenor muy nuevo en estas lides, muestra el gran futuro que le espera en la ópera, si persevera en sus estudios, aprovechando así su enorme talento y hermosa voz, al no tener dificultades de tesitura, maneja el forte y piano con naturalidad, algunos momentos vocales poco parejos, se irán solucionados en el camino; su Ferrando fue además muy convincente en actuación.
Javier Weibel, es un gran actor, se desdobla muy bien, tanto en la farsa como cuando hace de conquistador, y si a ello agregamos su poderosa y cálida voz y una gran musicalidad, le auguramos un exitoso porvenir.
Despina la criada, fue cantada por una sorprendente Andrea Betancur, quien es una actriz espléndida, de gran simpatía y gracia, sus arias fueron una delicia, porque además tiene una bella voz; por último representó genialmente al doctor y al notario.
El maquinador Don Alfonso, no pudo caer en mejores manos que en las de Rodrigo Navarrete, su larga experiencia en el campo de la lírica, le permite crear un personaje, que a pesar de lo intrigante, se hace simpático, su voz es perfecta para el rol, y su enfoque de los recitativos es impecable, fluyendo entonces naturalmente una fina ironía.
Un espectáculo, que sin duda sumará más adeptos a la ópera, y que se debe agradecer a la autoridades del Teatro Municipal de Las Condes, tanto como a sus gestores, Eduardo Browne y Miryam Singer.
Gilberto Ponce. (CCA)