FESTIVAL MAHLER EN LA SINFÓNICA.
Álvaro Albiach el director español, debutó este año frente a la orquesta para realizar dos interesantes programas, el primero de ellos fue dedicado a Gustav Mahler, con dos de sus más reconocidas obras; el primer movimiento de su Décima Sinfonía y una de las obras capitales de la música; La Canción de la Tierra.
Escuchamos el segundo de los conciertos de ese programa, realizado ante un teatro repleto de seguidores del compositor bohemio.
En la primera, parte se escuchó el primer movimiento Adagio de su Décima Sinfonía, el único terminado completamente por Mahler; los restantes han sido reconstruidos por musicólogos y otros músicos.
La obra, dedicada a su esposa Alma, está plagada de premoniciones en torno a la muerte, por la que sentía mucho temor, incluso se estima que su clímax logrado en base a un acorde plagado de cromatismo, reflejaría su pánico frente a ella.
La obra tiene un lenguaje bastante expresionista, a ratos cercano al de Berg, moviéndose entre lo tonal y lo atonal, con pasajes de notable lirismo, no obstante predomina el pesimismo.
Estos elementos obligan a los directores a sumergirse en un mundo bastante inasible, en el que lo concreto cede paso a lo simbólico.
Y es precisamente en este aspecto, donde Álvaro Albiach acierta plenamente, en lo sereno a la vez que convulso espíritu, que envuelve este Adagio.
Para ello manejó de forma espléndida contrastes dinámicos y de carácter, realzó los diálogos entre familias instrumentales, pero por sobre todo logró una conmovedora expresividad.
Los pianissimo suspendidos, encontraron su contraparte en sólidos fortissimo, en una mezcla muy bien manejada por Albiach, que logró de la orquesta altas cotas de expresividad; el desolado final dejó casi sin respiración al público que demoró bastante en iniciar los larguísimos aplausos.
No podemos dejar de señalar el estupendo trabajo de las violas, que presentan un material melódico en torno al cual se desarrolla el movimiento, algo similar diremos del corno solista.
La Canción de la Tierra, considerada clave en el desarrollo musical, se puede definir como una sinfonía con solistas; es una verdadera síntesis del estilo de Mahler, con toda la extroversión, como con su profundidad característica, posee elementos tan descriptivos como líricos, mientras que las dificultades técnicas para los cantantes, orquesta y la dirección, la convierten en un enorme desafío.
Su interpretación obliga a sintetizar la nostalgia de la poesía china –se trata de poemas de autores clásicos-, con la profundidad de la música de comienzos del siglo XX.
Sus seis partes son independientes, dentro de la férrea unidad que tiene la obra, debiéndose acentuar los timbres orquestales y la caracterización de cada una de las canciones, que en sí representan pequeños mundos.
La obra requiere dos cantantes un tenor, que debiera ser más bien un heldentenor (tenor heroico) y una contralto de gran tesitura; cantaron el tenor Gonzalo Tomckowiack y la contralto Pilar Díaz.
Al parecer la obra está por sobre las capacidades vocales de Gonzalo Tomckowiack, uno de los mejores tenores de nuestro medio, pues se vio en todo momento luchando en contra del enorme volumen orquestal, impidiéndole desarrollar su reconocida musicalidad, no era del caso pedir apianar la orquesta, debido a que el compositor exige de ese peso instrumental.
El Brindis por la miserias de la Tierra, de características wagnerianas, le sobrepasó completamente, a pesar del manejo de contrastes dinámicos de Albiach, quien acertó en carácter.
El solitario en Otoño, la segunda canción fue llevada a nuestro juicio demasiado lenta, no obstante fundió muy bien el canto con los instrumentos, bella fue la introducción de las cuerdas y el oboe, Pilar Díaz lo cantó con musical expresividad, el final fue un logro mayor.
Un poco confusa en pulso resultó la tercera llamada De la Juventud, no lográndose una coherente interpretación entre el tenor y la orquesta.
La tesitura muy grave afectó en algo a la contralto en la cuarta llamada De la Belleza, pues la orquesta en muy gruesa, no obstante la sección rápida fue cautivante en carácter, mostrando un sorprendente volumen la solista.
El Borracho en Primavera, fue alejada de su espíritu, por una dirección laxa, que no llegó a la finas ironías planteadas, esto se proyectó en Gonzalo Tomckowiack, quien a pesar de intentar cantar en el carácter del texto, fue absorbido por la versión sin mayor tensión expresiva.
Sin duda, lo mejor fue el extenso final, La Despedida, uno de los fragmentos más bellos escritos por Mahler, la orquesta respondió estupendamente, particularmente en expresividad, mientras que Pilar Díaz estuvo soberbia en voz y conmovedora en expresividad, el desolado final dejó suspendido al público, que luego respondió con grandes ovaciones.
Gilberto Ponce. (CCA)
Gilberto:
Álvaro Albiach debutó en Chile en el año 2007, con gran éxito en la Sinfónica. Dirigió 2 programas muy demandantes. Por lo tanto, no era su debut en esta oportunidad.
Yo vi ese programa el viernes, y por lo visto, el día sábado salió muy superior en la Décima.
Coincido en tu enfoque respecto a la interpretación, sin duda totalmente al servicio de la música, y con total autoridad del director en este repertorio. Respecto a Das Lied… , me parece que el tempo adoptado en la segunda canción estuvo bien. Por cierto, rápido no fue, incluso puedo apreciar que fue algo más lento de lo habitual, pero totalmente contextualizado al carácter del texto. Y por cierto, Pilar Díaz totalmente idiomatizada con el mundo mahleriano; pienso que representa el más genuino instrumento vocal de Mahler, en timbre, color, proyección y fraseo. Me recuerda mucho a la gran Maureen Forrester, una de las grandes intérpretes mahlerianas del siglo XX.
En el caso de Gonzalo Tockowiack, al menos en la función del viernes, estuvo excelente y no me pareció que «luchara» contra las fuertes densidades sonoras exigidas, lo percibí autorizado y con debida soltura. Es cierto que en esta obra es menester contar con un tenor tipo Heldentenor, pero no los hay disponibles en nuestro medio nacional. Pero en el caso de Tomkcowiack, quien ha hecho esta obra antes con Juan Pablo Izquerdo en la versión de cámara de Schönberg, sí podemos decir que tiene completo dominio, y esta vez con la versión original a gran orquesta, me parece que salió más que airoso en todos los sentidos.