LA MAGIA DE COPPELIUS.
No cabe duda, que este fin de año ha traído muy buenas noticias al Ballet de Santiago, que dirige Marcia Haydée, entre las que destaca el Premio de la Crítica 2014 para su programa doble, en el que ofrecieron La Dama y el Bufón, junto a El Joven y la Muerte; además, y no es menor, el hecho que sus últimos programas, hayan agotado todas las funciones, y no solo eso, logrando una enfervorizada respuesta del público, que aplaudió larga y elocuentemente cada una de ellas.
Se trató de programas, sólidos en lo coreográfico, que sintonizaron fuertemente con el público; no obstante, el éxito no habría llegado, a no ser por la profesional entrega de la compañía, de la que podemos decir, se mostró en general homogénea en lo técnico, aunque en algunas escenas de conjunto, se habría esperado una performance más pareja del cuerpo masculino, donde aún son evidentes algunas diferencias técnicas –tal vez se trate de los más novatos-, que ensucian en algo el resultado final, pero tal como planteamos, esto ocurre solo en algunas escenas.
La música original para el ballet Coppelia de Leo Delibes, con algunos agregados de Sylvia, otro de los ballets de Delibes, sirve para hilvanar la coreografía de Coppelius, el Mago, que pertenece a la imaginativa Marcia Haydée.
En ella, la historia se centra en Coppelius, y de como este se vale de sus gnomos, para que Swanilda, encuentre a su verdadero amor, se trata de Franz, quien está perdidamente enamorado de ella.
Sus dos actos, terrenal el primero, frente a la casa de Swanilda, y mágico el segundo, en casa de Coppelius y sus gnomos, son de gran fuerza narrativa, en ellos también se hace uso de la danza-teatro, por lo que la historia se hace más accesible, sobre todo para los más pequeños.
El manejo de una coherente progresión dramática, con los necesarios contrastes, atrae permanentemente al espectador, con sus sólidos números solistas, en parejas o tríos, tanto como en aquellos donde participa gran parte de la compañía.
La escena de la llegada de los gitanos, provoca un quiebre estilístico, tanto en la danza, como con su hermoso vestuario.
El segundo acto, en casa de Coppelius, con los gnomos, es de encantadora magia, además de graciosa en la definición de diversos caracteres; incluso, el riesgo de incorporar niños en la coreografía, fue estupendamente resuelto, en ambos actos, gracias a la personalidad y talento de ellos.
La hermosa escenografía y vestuario de Pablo Núñez, desarrolla exquisitos contrastes de color, es un marco preciso y coherente, que se complementa con la iluminación de José Luis Fiorruccio.
Rodrigo Guzmán asume como Coppelius, aplicando estupendamente una de sus cualidades; el histrionismo, que sumado a su despliegue técnico, expresividad, los que junto a piruetas y saltos, le hacen ganar los más merecidos aplausos.
Natalia Berríos, despliega toda su enorme capacidad técnica, en cada uno de los desafíos coreográficos, siempre con una limpieza extraordinaria, a ello suma una convincente labor como actriz, como en sus intentos por conquistar a Coppelius, mientras desdeña a Franz, su eterno enamorado.
Lucas Alarcón desarrolla excelentemente, los avatares románticos de Franz, que se desvive por Swanilda, lo hace con gran aplomo en la danza y muy expresivo como actor, creando un personaje muy atractivo; notable es su caracterización del muñeco Tuschk, antes de convertirse nuevamente en Franz.
Muy sólido en todo aspecto, fue el Gitano principal, que bailó Emmanuel Vásquez, mientras que, Elizabeth Espinoza, le entregó toda la sensualidad a su rol de la Gitana principal.
Asimismo encontramos genial la caracterización de Ítalo Jorquera, como Zimmo el gnomo de los sueños, en un personaje de características cinematográficas.
El Hada de Amor, mostró una vez más el talento y las notables condiciones de Romina Contreras, que ha sido el gran descubrimiento de la danza del presente año, su partenaire el Caballero del Amor, fue Gabriel Bucher quien mostró prestancia escénica y solidez técnica.
El Cuerpo de Baile, mostró su habitual profesionalismo, salvo algún pequeño desajuste en el cuerpo masculino.
La Orquesta Filarmónica de Santiago, dirigida por Rodolfo Fischer tuvo un rendimiento que consideramos, muy bueno en pulso, lo que es muy tranquilizador para los bailarines, obtuvo hermoso sonido en los tutti, aunque -al menos en el estreno-, con sonido de menor calidad en las secciones con pocos instrumentos. Pero es preciso señalar que estos ripios se superaron en el segundo acto.
Una función que dejó encantados a los espectadores que llenaban el Municipal.
Gilberto Ponce. (CCA)