LOS LATINOAMERICANOS DE MIKA EICHENHOLZ.
El prestigioso director sueco, Mika Eichenholz, tuvo a cargo el tercer concierto de la Temporada 2012 de la Orquesta Sinfónica de Chile, en el que abordó un programa con solo obras latinoamericanas.
El resultado, lo consideramos bastante correcto, pues a pesar de lo pulcro de las versiones, a estas les faltó el ingrediente principal; el sabor popular con mucho de sensualidad, que caracteriza la música de esta parte del mundo.
No dudamos de la total honestidad de Eichenholz, al enfrentar este repertorio, pero sin duda que, su sensibilidad nórdica, como es fácil de suponer, tiene demasiada fuerza sobre él.
Por ello tal vez, la obra en la que tuvo menos problemas de acercamiento, debido a que no presenta elementos típicos de Latinoamérica, fue con ¨ De Héroes y Triunfos ¨ del compositor nacional Juan Pablo Barrera, que perfectamente pudo llamarse ¨ De Planetas y Galaxias ¨ por el indisimulado homenaje a obras de Holst y Williams.
Tal como plantea el autor, en ella no se debe buscar rupturas ni transgresiones armónicas o tonales, pues su propósito es; huir de lo ¨ grisáceo ¨ que suele embargar a muchos compositores de nuestro país.
La obra se inicia, con una cinematográfica fanfarria, que da paso, a una serie de células melódicas y rítmicas, que le otorgan bastante unidad, aunque estimamos, que en varias ocasiones abusa de los clímax.
La cuidadosa orquestación, y el manejo de secciones de contraste, influyeron favorablemente en el público, que reaccionó con enorme entusiasmo, al finalizar la versión.
La pregunta que surge es; cuanta razón tiene Barrera en sus planteamientos, y hasta donde es lícito citar, a otros autores en sus obras más probadas.
Independiente de lo anterior, es valioso conocer también, a compositores jóvenes, que siguen las corrientes opuestas a la gran mayoría de nuestros compositores.
Luego el violinista Marcelo González, abordó una de las obras más conocidas de Astor Piazzolla, nos referimos a ¨ Las Cuatro Estaciones Porteñas ¨, escrita según los patrones de los ¨ Concertos Grossos ¨ , en el que utiliza además del violín solista, al chelo en partes importantes.
González, realizó un trabajo de menos a más, algo inseguro al comienzo, se fue afirmando, hasta concluir exitosamente, en el ¨ Invierno porteño ¨ ; fue de gran interés, el como abordó las alusiones a Vivaldi, cambiando en estilo de interpretación, pero independiente de su interpretación, en algunos momentos, el balance sonoro manejado por Eichenholz, no fue favorable para el solista.
No obstante, es justo destacar el profesional trabajo realizado por Marcelo González y Celso López en chelo.
La respuesta del grupo de cámara acompañante, fue acorde a las exigencias del director, a quien le faltó ese aire popular o arrabalero, tan propio de Piazzolla.
A pesar de los entusiastas movimientos de Eichenholz, los resultados fueron formalmente buenos, en el bellísimo ¨ Danzón número dos ¨ del mejicano Arturo Márquez, obra de una melancolía sensual de alto vuelo, como alguien dijo; le faltó el suave movimiento de caderas.
La poética primera sección, fue demasiado rápida y concreta, las secciones rápidas funcionaron mejor, pero el carácter, se alcanzó con la entrada del solo de piano de Luis Alberto Latorre, que contagió con ese espíritu al resto de la orquesta.
Al finalizar, se vivieron dos momentos en la interpretación de los ¨ Choros ; Rompe Corazón ¨ de Heitor Villa-Lobos, la primera, que solo es orquestal, fue fragmentada, sin la necesaria unidad, que se vino a concretar con la segunda parte, donde intervinieron, en forma estupenda el Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, que dirige Juan Pablo Villarroel, al resolver con brillo los intrincados problemas rítmicos, solo observamos un pequeño desajuste, en la sección, donde las contraltos cantan una especie de coral, en contraposición al esquema rítmico del resto del coro.
En esta sección Eichenholz, logró una compenetración muy grande con el estilo y carácter de Villa-Lobos.
Gilberto Ponce CCA.