LA TRAVIATA DESDE EL MET.

UNA TRAVIATA CON BEMOLES.

En la última fecha de la Temporada 2011-2012, de las transmisiones en vivo desde el Met. de New York, hasta el Teatro Nescafé de las Artes, se presentó una de las óperas más populares de todos los tiempos.

El recinto, se vio colmado de un público expectante, para ver una “nueva” producción de “La Traviata” de Giuseppe Verdi, cantada en esta oportunidad por Natalie Dessay, como Violeta.

Escena del primer acto, Natalie Dessay vomo Violeta. foto elcronista

La puesta en escena, es la misma estrenada el 2005 en Salzburgo, que contó en aquella oportunidad con Anna Netrebko y Rolando Villazón, en los roles principales.

Bien sabemos, que el escenario austríaco apuesta por las innovaciones, algunas con resonante éxito, otras en cambio, han resultado en tremendas frustraciones.

La propuesta bastante minimalista de Willy Decker, con escenografía y vestuario de Wolfgang Gussmann, apela a varios simbolismos, como el reloj, que parece marcar el tiempo que le resta a la protagonista; o la omnipresencia del Doctor Grenville, al que curiosamente se lo asocia a la Muerte.

Violeta en el reloj, que marca el tiempo que le resta. foto teatro-nescafe-delasartes

No obstante, la producción se engolosina con otros simbolismos, que  no resultan demasiado claros, a manera de ejemplo; todos los personajes que rodean a Violeta, salvo la criada, visten de hombres, y en algunas escenas utilizando máscaras iguales, con la consiguiente incomodidad para los espectadores del teatro, al no poder visualizar perfectamente algunos cantantes, como Flora, el Barón y otros, que cantan en medio de una masa de coro y figurantes; tampoco se entiende el rol de un travesti,  vestido con un traje similar al de Violeta, bailando provocadoramente; o bien porqué en la fiesta en casa de Flora, las gitanas dejen en evidencia la infidelidad del Barón, pero se les observa increpando a Alfredo.

Fiesta en la casa de Flora. foto gtmf

La función que presenciamos, fue muy débil en actuación, y no entendemos el porqué, en esta reposición, la régie acentuó los movimientos mecánicos, restándole credibilidad a la acción, así ocurrió, con el rol del padre de Alfredo, que cantó Dmitri Hvorotovsky, o con el coro en varias ocasiones.

Dmitri Hvorotovsky como el padre de Alfredo, acto dos. foto minnesota.publicradio

También, se debe suponer que si el regisseur, cuenta con cantantes, cuya figura se aleja demasiado del personaje, adecue su actuación, para que no se produzca, como en esta oportunidad, hilaridad tanto en el Met. como en el Nescafé, al contemplar a Alfredo, el “galán” en calzoncillos y descalzo, luciendo su robusta apariencia; y si a ello sumamos, al mal actor que es, el resultado no puede ser peor.

Matthew Polenzani como Alfredo. foto warwickartscentre

Matthew Polenzani, que cantó como Alfredo, tiene una hermosa voz, pero su actuación es “escolar”, con todos los tics de un principiante, no convence, pues solo canta notas, sin interpretar los textos, se apreció incapaz de trabajar un personaje, que al final quedó convertido en una suma estereotipos.

Natalie Dessay como Violeta en el primer acto. foto therepublic

Natalie Dessay como Violeta, al parecer, conciente del poco peso actoral de Polenzani, tendió a compensar, sobreactuando en muchas ocasiones; con la gran diferencia, que en lo vocal, se encuentra en la plenitud de sus condiciones.

Encuentro entre Violeta y el padre de Alfredo, acto final. foto dimaland

Convincentes fueron sus actos dos y cuatro; casi a manera de anécdota, en esta función uno de sus agudos del primer acto, no fue perfecto en afinación.

Dmitri Hvorostovsky, el afamado barítono ruso, lució su hermoso registro vocal, pero la régie, al parecer le obligó a parecer distante, frío y con movimientos rígidos.

Correctos, el resto de los personajes, Flora, Annina, y el Barón Douphol y el Doctor Grenville.

El Coro del Metropolitan, eficaz sin destacar mayormente, y al parecer algo incómodos en actuación, en todo caso muy poco naturales.

Fabio Luisi, fue el director musical, bellos fueron los Preludios a los actos I y IV, en general le otorgó un buen pulso a la música, pero, no podemos dejar de señalar, la existencia de numerosos desajustes de pulso, entre los solistas y orquesta.

Violeta muere abandonada por todos. foto fact.co.uk

En resumen, una Traviata, con demasiados bemoles, tal vez, una de aquellas funciones, en que las cosas no funcionan, acorde a los pergaminos de los participantes.

Ahora nos preparamos, para la transmisión completa de “El Anillo de los Nibelungos” de Wagner, que el Nescafé de las Artes ofrecerá en cuatro sábados de junio, junto a una Documental, sobre el como se montó.

Gilberto Ponce. (CCA)

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