CLAUSURA DE LA TEMPORADA SINFÓNICA 2024.
La Orquesta Sinfónica Nacional de Chile puso fin a su Temporada oficial 2024, con un concierto donde se interpretaron obras de Brahms y Prokofiev, dirigidas por Rodolfo Saglimbeni en el que fue demasiado evidente el contraste en cuanto a resultado, entre ambas obras del interesante programa.
Luis Alberto Latorre y la Sinfónica interpretando el Concierto de Brahms foto Martín Fernández
Varios asistentes, algunos abonados, se preguntaban; cómo es posible que la Sinfónica Nacional tenga en un mismo concierto resultados tan dispares, interviniendo los mismos músicos y el mismo director, porque los resultados de Prokofiev estuvieron a demasiada distancia de los de la obra de Brahms, y es así que aventurando respuestas alguien sugirió: probablemente se consideró como de “repertorio” la obra de Brahms y se ensayó menos, resultando perjudicado el sólido, musical y profesional solista, ya que la Suite de Prokofiev se toca poco y es muy compleja, por ello le dedicaron más tiempo, quedando a la vista los resultados.
No sabemos cual es la razón, pero sin duda algo falló, con un resultado que hizo pensar que eran orquestas diferentes, pero mejor aclaremos, fue lo que ocurrió en el concierto del día viernes, el primero de los dos de cada fecha.
Luis Alberto Latorre, la Sinfónica y Rodolfo Saglimbeni interpretando Brahms foto Martín Fernández
El programa se inició con una de las obras fundamentales de la literatura del piano, el Concierto N.º 1 para piano y orquesta de Johannes Brahms, actuando como solista a Luis Alberto Latorre, sin duda uno de los mejores pianistas de nuestro país, que ha protagonizado jornadas gloriosas, no obstante en esta ocasión sus merecidos pergaminos no se evidenciaron tal como todos esperábamos, sin duda un mal día, sin yerros de notas, pero la sustancia romántica que envuelve la obra estuvo ausente en muchos pasajes, le notamos demasiado pendiente de la partitura, entorpeciendo a ratos el fluir de la música, sin duda deben haber influido los constantes desajustes de la orquesta y algunas notorias desafinaciones en algunas familias además de los sonidos crudos en los violines primeros en los agudos, los mismos que tuvieron intervenciones de gran nobleza en otras.
El contraste sonoro de los dirigidos por Rodolfo Saglimbeni desconcertaba, porque a frases o secciones notables, como las del corno solista, se contraponían otras descuidadas en algunas familias.
Luis Alberto Latorre interpretando Brahms foto Martín Fernández
Certera y con la fuerza necesaria fue la extensa introducción del primer movimiento, que dio paso a la reconocida musicalidad de Latorre, que se desdibujó con los trinos tensos y duros, con altibajos generales se desarrolló el resto del movimiento, en el segundo volvió a surgir los mejor de Latorre durante la primera sección, pero que luego gracias a un pulso impreciso de la orquesta perdió tensión.
El Tercero, que lo abre el solista fue en esta parte se inició con falta de carácter, para luego en los diálogos con la orquesta los desajustes fueron más frecuentes, con el solista poco presente, llegando a la sección final donde se produjo un peligroso cruce del solista con la orquesta, que finalizó bien gracias a que la orquesta concluye la obra.
Tal vez en la repetición del día siguiente, estos accidentes desaparecieron, borrando el débil primer día.
Un cambio radical ocurrió en la segunda parte del concierto, con la interpretación de una de las Suites del Ballet Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev, donde Saglimbeni tuvo una de las mejores presentaciones que le hemos visto, con una orquesta inspirada, con bello sonido, afinación notable, con fraseos perfectos y articulaciones de inusitada perfección, estamos hablando de una obra de extremas dificultades instrumentales y enormes exigencias de expresividad y carácter, que según nuestro punto de vista fueron resueltas de inmejorable manera.
La familias de Las Maderas interpretando Prokofiev foto Martín Fernández
Saglimbeni totalmente empoderado en la versión, dirigiendo de memoria, se adentró en los vericuetos de la tragedia, siendo seguido en su labor por el trabajo de una Sinfónica que honró su calificación de Nacional, que decir de los contrastes de carácter, la bella nobleza de los pianos, la solidez sonora de los forte, la precisión de los constantes agudos de los violines, la gracia musical de las maderas, el sonido noble de los bronces y la musical precisión de la percusión. Destaquemos la solemnidad de la Danza de los Caballeros, las escenas de combate tanto como las íntimas y el dramático final de inusitada fuerza, y que corresponde al final del primer acto del ballet.
El director Rodolfo Saglimbeni dirigiendo la Suite de Prokofiev foto Martín Fernández
Sin duda es la Orquesta Sinfónica que quisiéramos escuchar siempre, con el compromiso mostrado en este Prokofiev que dirigió estupendamente Rodolfo Saglimbeni.
Gilberto Ponce (CCA)