LA GRAN MISA EN DO MENOR DE MOZART EN EL TEATRO BAQUEDANO.
Como parte de los múltiples conciertos que coros y orquestas ofrecen con motivo de Semana Santa, el CEAC de la Universidad de Chile programó la Gran Misa en Do menor de Wolfgang Amadeus Mozart, a cargo de la Sinfónica Nacional de Chile, el Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile además de cuatro solistas, todos dirigidos por el maestro Rodolfo Saglimbeni, en su teatro de la Plaza Italia.
La obra considerada una de las más grandes y hermosas del repertorio sinfónico coral, lo es a pesar de estar incompleta, en efecto, la misa que fue escrita por Mozart con motivo de su matrimonio con Constanza Weber, quien incluso cantó en su estreno, pero por razones desconocidas su autor no la completó, existen secciones con la orquestación incompletas, o bien faltan algunas partes, como varias de las secciones del Credo, incluso también falta el Agnus Dei, que según algunos Mozart lo escribió a última hora, incluso hasta se cree que se habría interpretado en el estreno, pero luego la partitura se perdió, por ello se concluye que todo queda radicado en el terreno de la especulación.
Lo cierto es que, en algunas ocasiones se ha optado por finalizar la obra de la misma forma como se hizo con el Réquiem, -también inconcluso-, esto es colocando el texto del Agnus Dei, sobre el del Kyrie eleison, esta opción también se ejecuta con cierta frecuencia, incluso en esta ocasión se dijo que así se haría, pero finalmente se optó, por la tradicional que concluye con la repetición del Hossana.
El maestro Rodolfo Saglimbeni dirigiendo la Misa de Mozart a la Sinfónica y Coros foto Alejandra Fuenzalida
Sabemos de la enfermedad del maestro Saglimbeni por ello se valora que haya querido dirigirla, por lo que al igual que otros directores – no enfermos – dirigió en esta ocasión sentado, dejando muy en claro su enorme gusto por la obra así como el enfoque y sentido que tiene de ella, a manera de ejemplo, las secciones iniciales con gran sentido religioso además de ser muy expresivas, pero, fue evidente que al promediar la obra se mostró algo cansado, algo similar ocurrió con el Coro que desde el Credo en adelante perdió fuerza, incluso con algunos cruces de pulso, la orquesta también acusó desajustes leves.
No obstante los factores positivos predominaron sobre esos detalles y desde el Sanctus en adelante la versión fue poderosa, con un encendido maestro Saglimbeni; debemos aclarar que asistimos a la tercera de las funciones del ciclo.
El Coro Sinfónico y la Camerata Vocal dirigidos por Juan Pablo Villarroel mostraron una cuidadosa preparación, con la acostumbrada excelencia de la cuerda de sopranos, que en esta obra son muy exigidas, las contraltos fueron más timbradas en esta ocasión, debemos señalar que tenores y bajos mostraron más color vocal y en sus frase fundamentales respondieron con solvencia.
Los solistas Tabita Martínez, Fanny Becerra, Felipe Gutiérrez y David Gáez, interpretando el Benedictus foto Alejandra Fuenzalida
La Sinfónica Nacional exhibió en general un buen y hermoso sonido, aunque algo áspero en ocasiones en los violines, mientras que chelos y contrabajos se mostraron muy musicales, las maderas bastante irregulares, frases brillantes seguidas de otras dudosas, pero en las arias los solos mostraron su profesionalismo, bronces solventes afiatados y musicales.
En el caso de los solistas, las dos sopranos triunfaron sobradamente en sus complejas y exigentes partes, en el caso de los varones, sus partes son más bien un complemento que no ofrece mayores exigencias.
Tabita Martínez y Fanny Becerra fueron las sopranos, Tabita es sometida al comienzo a descomunales exigencias de tesitura, agudos enormes y algunos graves inusitados, si bien Mozart cuida a la solista al despejar la instrumentación, esta parte será siempre un desafío mayor para cualquier solista, ella cantó con bella voz y dulzura expresiva cada uno de sus solos, y fue conmovedora su aria “et incarnatus est”, además se complementó estupendamente bien en los dúos, en el trío y el cuarteto, creemos que su carrera se afianza cada vez más.
Las sopranos Tabita Martínez y Fanny Becerra foto Alejandra Fuenzalida
Fanny Becerra fue la segunda soprano, suendo un complemento importante para la otra soprano, ya que ambos timbres con color vocal levemente diferenciado resultan perfectos para la obra, su Laudamus te fue brillantes con precisas y musicales coloraturas, además de muy segura se ajusta muy bien al estilo, creemos que sin duda tendrá una carrera muy exitosa.
Dijimos que Mozart no plantea desafíos mayores a los solistas varones, siendo sus partes más bien complementarias en el trío y el cuarteto, el tenor Felipe Gutiérrez de destacadas actuaciones en otras obras, en esta ocasión al parecer la tesitura no le acomoda, impidiendo que se destacara mayormente, a pesar de ello cumplió profesionalmente su papel. Algo similar ocurrió con David Gáez que con buen timbre abordó el cuarteto, que es la única parte en que participa, no obstante algunas frases muy graves le presentaron ciertas dificultades, las que no opacaron su correcta presentación.
Parte de los integrantes de los Coros foto Alejandra Fuenzalida
En síntesis, una presentación de la Gran Misa en Do menor de Mozart, que a pesar de algunos detalles fue muy exitosa, puesto que cada uno de los intérpretes dio lo mejor de si para conseguir una versión que demostró ampliamente que los deseos de hacer buena música, se sobreponen a las enfermedades y otras contingencias, como ocurrió en esta oportunidad con el maestro Rodolfo Saglimbeni, a quien se agradece en todo lo que ello significa, el haberla dirigido, lo que sin duda fue la razón por la que el público le ovacionó largamente y con justicia.
Todos los intérpretes agradeciendo las ovaciones del público foto Alejandra Fuenzalida
Gilberto Ponce (CCA)
