INAUGURACIÓN TEMPORADA FUNDACIÓN BEETHOVEN.

ORQUESTA DE CÁMARA DE MUNCHEN.

Una de la temporadas musicales que siempre ha causado la mayor expectación, es la de la Fundación Beethoven, que se realiza en el Teatro Municipal de La Condes, la razón es muy simple, a ella concurren una cantidad significativa de solistas y conjuntos de cámara, de primer nivel musical.

Y esta inauguración 2014, no fue excepción, con la presentación de la Orquesta de Cámara de München (Münchener Kammerorchester), orquesta de sonido noble, estupenda afinación, que presentó un interesante programa que contrastó estilos clásicos y modernos.

No obstante la calidad de los intérpretes, pensamos que en algunas de las obras, habría sido necesario la presencia de un director, sobre todo en función de una mayor expresividad, y sentido de fraseo, que se vio menoscabada en algunas de las obras, porque este sin duda habría señalado algunos pequeños desbalances sonoros entre las familias, a manera de ejemplo diremos que, los violines, no siempre llevaron el peso requerido en algunas de las obras.

Lo anterior, fue apreciable ya en la primera de la cuatro obras del programa; las Cuatro Danzas Transilvanas del húngaro Sándor Veress, obra que con un lenguaje ecléctico, nos acerca al folclor centroeuropeo, que recibió una interpretación en extremo correcta, con estupendos contrastes y sólido sonido, pero en la que, solo en contados momentos, se apreció la riqueza popular que las impregna, por ello creemos que su versión, fue a ratos más cerebral que emocional.

La Sinfonía para cuerdas Nº 10 en Si menor de Felix Mendelssohn, escrita cuando solo era un niño de poco más de diez años, muestra un sorprendente grado de madurez, en el conocimiento de las técnicas de composición, revelando el gran estudio de las obras de Bach y Mozart, realizado por el novel compositor.

La versión la encontramos en extremo severa, aunque la tonalidad pudiera llevarnos a ello, no obstante, estimamos que en su único movimiento existe vitalidad, energía, y bastante luz, que fue precisamente lo que creemos faltó en la correctísima versión que escuchamos; acentos e intencionalidades, fueron discretas, en un perfecto entramado instrumental, nos inclinamos a pensar que hubo un exceso de pastosidad sonora, con una tendencia a ligar demasiado las frases, haciéndolas perder frescura; por ello es que pensamos que la batuta, podría haber señalado mejor estas características.

Algo diferente se apreció en la versión del Concierto Nº 4 para violín y cuerdas en Sol mayor de Franz Joseph Haydn, en el actuó su concertino Daniel Giglberger, en el que los diálogos solista cuerdas, fueron musicales y expresivos, destacaremos la pureza sonora de un Haydn temprano, que estaba marcando pautas en el clasicismo.

Giglberger mostró hermoso sonido y musicalidad, manteniéndose en el justo medio, entre las partes más bien concertantes, como aquellas del primer movimiento, que se oponen a las de mayor lucimiento, de los movimientos restantes; debemos señalar la belleza conseguida en el Adagio, y el carácter chispeante logrado en el Allegro final.

Una de las obras capitales de la música de la primera parte del siglo XX, cerró la jornada, estamos hablando del Divertimento para orquesta de cuerdas de Béla Bartók, cuya versión, la encontramos muy académica en su perfección, de certeros contrastes, bello sonido, con hermosísimos piano, en particular en el elegíaco segundo movimiento.

Señalaremos como un gran logro, el carácter, fraseo y articulaciones impresas al movimiento final, que entusiasmó plenamente a los asistentes, que exigieron un encore de los visitantes, este fue el tercer movimiento del Divertimento en Re mayor de Wolfgang Amadeus Mozart, en una versión llena de gracia, y certera en sus contrastes, que mostró sin duda los mejores valores de esta Münchener Kammerorchester.

Gilberto Ponce. (CCA)