GRAN CONCIERTO DE CÁMARA EN ÑUÑOA.

CICLO VOCES CHILENAS EN LA UC.

En la espectacular acústica del Teatro Municipal de Ñuñoa, se está realizando el Ciclo Voces Chilenas, organizado por el IMUC de la Facultad de Artes UC.

Nos correspondió asistir el día 12 de septiembre al segundo de los programas, dedicado a la Segunda Escuela de Viena, donde se escucharon obras de Alban Berg, Anton Webern y Arnold Schoenberg, que fueron interpretadas por un selecto y sólido grupo de solistas.

Es de lamentar que un concierto de tal calidad, haya sido presenciado por un público más bien escaso, no sabemos si por falta de una adecuada difusión, o debido a la cercanía de una de las fechas más problemáticas del mes; por ello es que alabamos que a pesar de ello, la entrega fue del más profundo profesionalismo en cada uno de los intérpretes.

La primera parte estuvo dedicada a dos ciclos de lieder, cantados por la extraordinaria soprano Nora Miranda, acompañada por quien sin duda es uno de los mejores pianistas acompañantes de nuestro país, nos referimos a Luis Alberto Latorre.

Alban Berg. foto ojosdepapel
Alban Berg. foto ojosdepapel

Las Siete canciones tempranas de Alban Berg, escuchadas al inicio, fueron en una versión que se adentró en el espíritu de cada una de ellas, siempre en un perfecto diálogo entre la cantante y el piano, lleno de los más expresivos matices.

La primera de ellas “Noche” fue de serena calma, “Entre los pinos” dolorosamente expresiva; un cambio brusco de carácter se apreció en “El ruiseñor”, un cierto optimismo envolvió la “Corona de sueños”, en contraste a la melancolía de “Interior” que mostró además las magníficas dotes como acompañante de Latorre; la “Oda al amor” y “Día de verano” dieron cuenta del porqué Nora Miranda está considerada como una de las mejores intérpretes.

Nora Miranda. foto ligasmayores
Nora Miranda. foto ligasmayores

Nada más alejado del estilo que se le reconoce a Anton Webern, se aprecia en su Ocho canciones tempranas, en ellas se aprecia la búsqueda del que será su estilo definitivo; aquí encontramos desde el impresionismo hasta un posromanticismo cercano al expresionismo, con evidentes alusiones a Wagner, claro está, bastante dosificado.

En la soprano se apreció su bella línea de canto, de generosos agudos y cálidos graves, para unas canciones que son de gran exigencia, debiendo hacer uso de una amplia gama dinámica.

Anton Webern. foto wikipedia
Anton Webern. foto wikipedia

Todos los estados anímicos planteados por el ciclo, fueron exquisitamente servidos por los distinguidos intérpretes, por ello el público aplaudió largamente a Nora Miranda y Luis Alberto Latorre, reconociendo su magnífico desempeño.

Luis Alberto Latorre. foto emol
Luis Alberto Latorre. foto emol

La segunda parte fue ocupada por la extensa y extraordinariamente compleja Sonata para Flauta y Piano Op. 26 de Arnold Schoenberg, en la que desarrolla exhaustivamente el dodecafonismo, técnica de composición desarrollada por él mismo.

Los intérpretes fueron Guillermo Lavado y nuevamente Luis Alberto Latorre, dignos ejecutantes de la compleja obra; que se caracteriza por su estilo bastante cerebral y teórico, dejando lo expresivo en manos de los solistas, quienes se ven obligados a desentrañarlo.

Arnold Schoenberg. foto scena
Arnold Schoenberg. foto scena

En este aspecto, el trabajo de Lavado y Latorre, solo debe ser considerado de excelente, pues fueron capaces de resolver el complejo entramado de la partitura, entregando las dosis precisas de expresividad.

Diálogos y balances de gran solidez se apreciaron a lo largo de sus cuatro movimientos, que no dan tregua a los solistas en las complejidades rítmico melódicas, las que no obstante creemos, se reiteran en exceso, sin aportar mayores novedades, incluso sus cuatro partes parecieran responder a un patrón común, más allá de su base dodecafónica.

Guillermo Lavado. foto uchile
El flautista Guillermo Lavado. foto uchile

Si bien Lavado es sometido a grandes desafíos, que fueron salvados con la maestría y solvencia reconocidas en el solista, creemos que las dificultades para el piano son casi extremas,  algo para lo que Latorre está perfectamente preparado.

Sin duda una espléndida versión para una obra, que estaba abriendo nuevos rumbos en la música, valiéndose de una nueva técnica y a través de enormes dificultades.

Sin duda un gran concierto.

Gilberto Ponce. (CCA)

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