BRILLANTE CONCIERTO FILARMÓNICO CON DUPLA RUSA.
El noveno concierto de la Temporada de la Orquesta Filarmónica de Santiago, dio cuenta del estupendo estado en que se encuentra el conjunto, que ha cumplido a lo largo de este año notables jornadas tanto en lo sinfónico, como en ópera y ballet, un asistente dijo al salir, escuchar esta orquesta se ha convertido en símbolo de calidad.
Calidad que se apreció desde la interpretación de la primera obra, que como ya es casi una tradición, lo ocupa una partitura de un compositor nacional, en esta oportunidad, y en una notable coincidencia, fueron los Instantes para Orquesta, de Miguel Letelier, quien en la noche de la primera función fallecería, constituyéndose en un premonitorio homenaje al ilustre músico nacional.
La versión de Konstantin Chudovsky, el director titular de la orquesta, fue en extremo cuidadosa, manejando con claridad contrastes, al tiempo que destacaba timbres y atmósferas, presentes en una partitura para gran orquesta que utiliza una gran cantidad de recursos rítmicos mezclados con células melódicas, y que en cierta medida recuerda el lenguaje de otros compositores extranjeros y nacionales, algo que no debe extrañar en obras contemporáneas.
Posteriormente uno de los grandes intérpretes contemporáneos en piano Alexei Volodin, abordó las complejas y hermosas Variaciones sobre un tema de Paganini de Sergei Rachmaninov.
De ella es importante destacar el balance perfecto logrado a través de toda la obra entre piano y orquesta, a lo que contribuyó el peso sonoro de Volodin, que mezcla tanto fuerza como sutileza, con una claridad melódica simplemente asombrosa.
La fusión con el gesto de Chudovsky fue total, en medio de los grandes cambios de tempo, pulso y dinámica que plantea, por ello es justo alabar ataques, cortes y secuencias dinámicas y melódicas; notables la precisión en acelerando y retardando, así como la expresividad conseguida en las secciones líricas, contrastadas con aquellas de carácter casi agresivo.
Volodin, dio sobradas muestras de su musical virtuosismo, en comunión con los precisos y musicales gestos de Chudovsky.
La enorme ovación agradeció la brillante versión, que nos lleva a pensar que esta ha sido una de las mejores versiones que hayamos escuchado en vivo, Volodin respondió a su vez con un encore tan deslumbrante como la Variaciones.
Finalizó el concierto con una soberbia interpretación de otro de los clásicos favoritos del público, nos referimos a Cuadros de una Exposición de Modest Mussorgsky en la singular y brillante orquestación de Maurice Ravel, versión en la que las diferentes familias instrumentales rivalizaron en belleza sonora, musicalidad y expresión.
Chudovsky logró para cada uno de los Promenade, que se repiten a lo largo de la obra, diversa expresividad, intencionalidad, dinámica y fraseo, haciendo de estos trozos el enlace perfecto para cada uno de los cuadros descritos.
Es así que Gnomo destacó por la gran cantidad de detalles y los certeros contrastes, mientras que El viejo castillo logró mágicas sugerencias, a través de la sordina de las cuerdas en diálogo con las maderas.
Podríamos seguir detallando las virtudes de una versión que será recordada por sus excelencias, en particular por la belleza sorprendente del sonido logrado por la Filarmónica, solo nos limitaremos a destacar de las cuerdas su ya alabada belleza sonora, de impecable afinación, fraseos y articulaciones, contrastando sonidos desde poderosa fuerza hasta sutil y sensual sonido en algunas secciones.
Lo homogéneo del sonido de las maderas, en las que cada instrumento que tiene secciones a solo, rivalizó en musicalidad cono los demás, el hermosísimo sonido logrado por los bronces, timbrados y certeros en ataques y cortes, con impecables contrastes dinámicos.
Para culminar con la musical excelencia de la percusión, que en este caso es muy numerosa, que es la coronación de un conjunto que de la mano de Konstantin Chudovsky a logrado cotas notables en calidad y musicalidad.
La interminable ovación con que el público agradeció la versión dio perfecta cuenta del impacto causado, y aunque existe entre el público del Municipal, muchos que tratan de salir de la sala rápidamente, en esta ocasión, parecía que nadie quería retirarse debido a la magia creada.
Gilberto Ponce. (CCA)