ESTUPENDO CONCIERTO DE LA OFA.

TCHAIKOVSKY CON LA OFA Y DEL PINO.

Hoy en día a nadie le cabe la menor duda, sobre esta verdadera revolución que ha significando la irrupción de las orquestas juveniles e infantiles en nuestro país.

Son innumerables las agrupaciones que  han surgido al alero de las más variadas instituciones, las que con su accionar han logrado conmover el ambiente de las comunidades donde funcionan.

Una de las orquestas juveniles de mayor significancia, es la «OFA», Orquesta de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, que tiene como director artístico al maestro David del Pino Klinge, conjunto en el que los estudiantes de la Facultad realizan su práctica de ejecución, que los prepara para su futuro profesional.

El maestro Davidi del Pino Klinge, director artístico de la OFA. foto ceac
El maestro Davidi del Pino Klinge, director artístico de la OFA. foto ceac

Sus presentaciones se caracterizan por una cuidadosa preparación, y abordan un repertorio que les amplía su mundo musical, contando para ello con su enorme entusiasmo juvenil.

El 14 de noviembre se presentaron en el Teatro de la Universidad de Chile de la plaza Baquedano, ante un expectante público, que colmó sus butacas.

El programa consultó dos obras de Piotr Ilich Tchaikovsky, ambas de indudable dificultad, y cuyo resultado puede considerarse más que satisfactorio.

Piotr Ilich Tchaikovsky joven. foto redmayor
Piotr Ilich Tchaikovsky joven. foto redmayor

El programa se inició con las bellísimas y complejas Variaciones sobre un tema Rococó para chelo y orquesta, Op. 33, en las que participó como solista el joven Carlos Herrera, quien a juzgar por esta presentación, tiene un futuro muy promisorio, se trata de un instrumentista muy musical, de afinación estupenda, de fraseos coherentes, solo tal vez podría hacer menos blandas las articulaciones, mientras que aún le resta conseguir un sonido más poderoso, aspectos que al ser superados, le convertirán sin duda en un gran solista, pues evidencia una sólida formación.

En su desempeño en las diversas variaciones, mostró intuición y sentido del arco expresivo, resolviendo solventemente dobles cuerdas y armónicos.

La OFA Orquesta de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. foto ceac
La OFA Orquesta de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. foto ceac

Para la orquesta, la obra representa un desafío mayor, pues a las dificultades propias de Tchaikovsky, se agrega el tener que tocar con gran finura en casi toda la obra, algo que no fue siempre fue bien resuelto, no obstante es preciso señalar el enorme esfuerzo de los jóvenes y el director por conseguir el estilo preciso; pero no queremos que se piense que esta fue su característica general, pues destacaremos que hubo logros de gran belleza melódica.

El arrojo de Herrera en la variación final, junto al estupendo rendimiento de la orquesta, lograron enormes ovaciones del público que reconoció el éxito de la versión.

David del Pino Klinge. foto wiken
David del Pino Klinge. foto wiken

La segunda parte incluyó la Sinfonía Nº 4 en Fa menor Op. 33, también de Tchaikovsky, una de sus obras más emblemáticas, pues junto a su Sexta Sinfonía, refleja algunos de los estados recurrentes de su autor, no en vano se la conoce como “Fatum” o del Destino trágico.

La obra fue objeto de una gran versión, haciendo olvidar en muchos momentos, que estábamos escuchando una orquesta estudiantil, esto se debe sin duda al acucioso trabajo de su director David del Pino Klinge, quien consigue motivar enormemente a  los jóvenes intérpretes; a pesar que existe un evidente desbalance instrumental: 8 violines primeros y 10 segundos, con 15 violonchelos y 6 violas; se nos explica, que por ser un ramo de la formación, todos deben participar, razón que nos lleva a alabar aún más los resultados.

Brillante fue la introducción de los cornos en su inicio, luego muy lograda en la intencionalidad la exposición del primer tema de las cuerdas, los diferentes solos, como los del clarinete y el fagot, del mejor nivel, para un movimiento en el que los contrastes dinámicos y de carácter, fueron un logro mayor.

El sensible, hermoso y poderoso canto del oboe (Marcelo Vega) abrió el segundo movimiento, este fue replicado genialmente por los chelos y por el resto de las maderas, creemos, que por la perfección de todo el conjunto, tal vez sea lo más logrado de la sinfonía.

De gran perfección fue el nada fácil pizzicato que caracteriza al tercero, que tuvo una gran contraparte en maderas y bronces que responden a las cuerdas.

De enorme exigencia fue el cuarto, por la extrema velocidad que le imprimió la batuta, en el que a pesar de algunos pequeños desajustes, mostró toda la potencialidad de esta orquesta, que debe enorgullecer a la Facultad de Artes y a su director David del Pino Klinge.

Gilberto Ponce. (CCA)

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