ENERO CON LA SINFÓNICA EN SANTIAGO.
Ante un teatro repleto, la Orquesta Sinfónica de Chile ofreció un programa en el que Michal Nesterowicz su director titular volvió al podio, el programa consultó dos obras de gran atractivo para el público, el “Concierto para violín en Re menor, Op. 35” de Piotr Ilich Tchaikovsky, y la “Suite sinfónica Sheherezade, de Nicolai Rimsky-Korsakov.
El concierto se inició con “Jack in the box” de Eric Satie, en orquestación de Darius Milhaud, música que también fue utilizada en ballet, se trata de una obra sin mayores dificultades, que responde a una corriente musical muy en boga en la década de los veinte, en la que se tiende a sintetizar lo docto con lo popular.
La versión fue cuidadosa, rescatando los elementos irónicos, mostrando un excelente balance entre las familias instrumentales.
Luego, el ganador del “Concurso Luis Sigall de Viña del Mar”, el joven violinista argentino Xavier Inchausti, abordó el concierto de Tchaikovsky, en el que quedó en evidencia su estupenda técnica y musicalidad, las que le auguran brillante futuro.
A sus veinte años, Inchausti es poseedor de un hermoso sonido -aún no demasiado grande-, siendo capaz de adentrarse con gran éxito, en las sinuosidades de uno de las obras más complejas escritas para violín; tal vez los nervios le hicieron enfrentar el inicio del primer movimiento, sin demasiado vuelo, pero gracias al notable acompañamiento de Nesterowicz, logró el aplomo necesario, logrando entusiasmar al público que le aplaudió entusiastamente al finalizar la primera parte.
En este logro, fueron fundamentales los diálogos con la orquesta, y sus constantes cambios de pulso, siempre musicales y certeros, la notable “cadenza” le mostró en la plenitud de sus condiciones.
Extraordinariamente sensible, con sonido casi ensoñado de las cuerdas en el “Andante”, dio paso al “canto” de gran musicalidad del solista, en sus diálogos con cada uno de los instrumentos que tienen secciones “a solo”, esta atmósfera sutil, dio paso al brillante final en el que afloró el virtuosismo y musicalidad de Inchausti, la gran velocidad de una de sus secciones, obligó no solo al solista, también a la orquesta a extremar cuidados para evitar accidentes, Nesterowicz, solista y orquesta en perfecta sincronía culminaron la estupenda versión, que logró las más entusiastas ovaciones, las que fueron agradecidas por el solista con uno de los «Caprichos» de Nicolo Paganini, un verdadero catálogo, de las dificultades que puede enfrentar un solista.
Su asombroso desempeño, nos hace desear volver a escuchar a Xavier Inchausti, en una próxima temporada.
Finalizaron con una versión energética y brillante de la “Suite sinfónica Sheherezade, Op. 35” de Nicolai Rimsky-Korsakov.
En ella, la sinfónica guiada con mano certera por Nesterowicz, logró adentrarse en la imaginería oriental de los “Cuentos de la Mil y una noches”, mostrando hermoso y homogéneo sonido, con diestro manejo de las progresiones y los contrastes dinámicos.
En esta obra y a manera de enlace entre sus partes, el violín tiene una destacada y exigente participación, por ello debemos destacar la excelente performance de Héctor Viveros, secundado musicalmente por el arpa de Manuel Jiménez.
En justicia también lo haremos con los diversos solos, a cargo de otros instrumentos solistas, tales como el oboe, clarinete y su parte acompañada por el genial pizzicato de las cuerdas, como también flauta, flautín y los bronces, por nombrar solo algunos.
La orquesta con todas sus familias completas, exigidas y dando lo mejor de ellas, remataron una excelente versión de una de las obras favoritas de todos los públicos, que los asistentes no se cansaron de ovacionar.
La pregunta de algunos: ¿cómo habría sonado esta versión, en una sala con las condiciones acústicas que merece la Sinfónica?
Gilberto Ponce (CCA)