ESTUPENDO CONCIERTO SINFÓNICO.
En un comentario anterior, aseguré que: “el público ama a Nesterowicz”, y las razones son fáciles de comprender; Michal Nesterowicz -que dejara el año pasado la titularidad de la Orquesta Sinfónica de Chile-, volvió como invitado, consiguiendo, como ha sido habitual en él, resultados del mejor nivel.
Esto quedó ratificado en el último concierto sinfónico, donde el público lo ovacionó sin vacilaciones, en cada una de las versiones, y porque hizo recobrar a la orquesta el noble y bello sonido, al que estábamos acostumbrados.
La ocasión sirvió además, para conocer un excelente pianista español, Javier Perianes que deslumbró a los presentes, con una soberbia interpretación de uno de los conciertos de Maurice Ravel.
La obertura de la ópera “El príncipe Igor” de Alexander Borodin, que inició la presentación, fue casi totalmente lograda, debido al rendimiento de los bronces, y en particular de las trompetas, que no estuvo a la altura, aunque debemos excluir al corno solista, de excelente desempeño.
Muy expresiva fue la introducción lenta, no obstante, la sección rápida muy bien armada en general, acusó las fallas comentadas, las que reiteraron en la reexposición, en lo demás, estupendo el manejo de contrastes, claridad en los diferentes temas, y precisión en los desafíos rítmicos.
La ovación que se escuchó al finalizar el “Concierto en Sol mayor para piano y orquesta” de Maurice Ravel, da cuenta de la excelencia de la versión, primero por el musical virtuosismo de Javier Perianes, poseedor de una técnica fabulosa, que pone al servicio de la partitura, sin grandilocuencias inútiles acometiendo los desafíos planteados por Ravel, con asombrosa perfección.
Pero la consecución del éxito, se logra, solo si el acompañamiento orquestal, está a la par del solista; en este caso, solo cabe el calificativo de brillante para el rendimiento orquestal, Nesterowicz, consiguió la necesaria precisión y transparencia, convirtiendo a cada instrumentista en un calificado solista, sorteando cada uno de los constantes cambios rítmicos, y de carácter, que a ratos aluden a lo popular, en especial al jazz; Nesterowicz acentuó esas alusiones.
Perianes pasa con naturalidad, desde el gran peso sonoro, a la dulzura melancólica, en los diálogos con el conjunto.
Profundamente sensible, fue el segundo movimiento, la progresión expresiva fue casi desde la nada, en esa especie de nube sonora instrumental, hacia el expresivo clímax, varios solos destacaron; flauta, corno inglés, entre otros.
En el tercero, al brillo anterior, se agregaron los toques de humor, en los diálogos solista orquesta, mostrando además el abrumador virtuosismo de Perianes, quien no tiene problema alguno para equilibrar su peso sonoro, con el de la orquesta, sin golpes, todo en forma natural.
Las manifestaciones de admiración del público se multiplicaron, hasta que Perianes ofreció una bellísima y ensoñada versión de “La muchacha de los cabellos de lino” de Claude Debussy, que aumentó los deseos de volver a escuchar al estupendo pianista.
Las “Variaciones Enigma” (sobre un tema original) de Sir Edward Elgar, clausuró brillantemente la velada.
Obra nada sencilla tanto para la dirección, como para la orquesta; el director debe tener el concepto más claro, tanto de la evolución de la obra, como de cada variación en particular, aquí encontramos otra de las fortalezas de Nesterowicz, pues en todo momento fue posible identificar el tema principal.
En su desarrollo prevaleció la unidad, en las múltiples diferencias de cada variación, y esta es una de las razones del éxito de la versión; muchas veces las hemos escuchado, solo con algunas partes brillantes, mientras que otras son apenas formales.
En esta ocasión, nada fue al azar, fraseos y articulaciones, relevancia de instrumentos, contrastes dinámicos de carácter muy acentuados.
La orquesta mostró ampliamente toda su potencialidad, certeros los ataques, precisos los cortes, exquisita musicalidad, gran preocupación por la belleza sonora, en síntesis, una entrega total.
El poderoso y apoteósico final, conmovió a cada uno de los asistentes, que ovacionaron largamente a la Sinfónica y Michal Nesterowicz, en una excelente presentación.
Gilberto Ponce (CCA)