LA BELLA DURMIENTE LA PODEROSA PRODUCCIÓN DEL BALLET DE SANTIAGO.
Hablar de la Bella Durmiente el ballet de Piotr Ilich Tchaikovsky, es hacerlo sobre una de las coreografías que es la esencia de lo clásico, trabajo de gran extensión que requiere de un enorme elenco, con sólidas figuras principales y un afiatado cuerpo de baile, debiendo además contar con una escenografía y vestuario de acuerdo a la magia del argumento, complementado de una inteligente iluminación que resalte todos los elementos, todo junto a un director musical que lleve a la orquesta a convertirse incluso, hasta en protagonista.
Aurora (Katherine Rodríguez), Princesas y Príncipes en la corte. foto Patricio Cortés
La presente producción cuenta con la coreografía de Marcia Haydée, que re visitó la historia, otorgándole al rol de Carabosse el Hada del mal, el papel de antagonista, que en el fondo conduce los hilos de la historia, siendo omnipresente a lo largo de ella, pero no solo eso, debe ser bailado por un hombre para acentuar su maldad.
La inteligencia de Haydée convierte el cuento de hadas en algo real, hasta con toques de humor sin desvirtuar la esencia, pues los sucesos por mágicos que sean conservan la ambivalente noción Magia/ Realidad.
La escenografía y vestuario son de Pablo Núñez, quien vuelve a mostrar su enorme talento, lo acaba de hacer en Tosca la ópera de Puccini, ahora el desafío es aún mayor, pues son cinco las locaciones; el Palacio del bautizo de Aurora en el Prólogo, el Passacalle donde se verán los años del crecimiento de la Princesa, el Palacio para celebrar su cumpleaños donde se concreta la maldición de Carabosse, haciendo que la Princesa y toda la corte caigan en el profundo sueño de cien años; la escena de la cacería en la que el Hada Lila conducirá al Príncipe Desirée hasta Aurora, para con beso despertarla, y por último la escena de las bodas de Aurora.
El impresionante ingreso de Carabosse (Gustavo Echevarría) y sus siervos en la corte. foto Patricio Cortés
Núñez crea los espacios tanto para las escenas colectivas como para los solistas, secundado por el gran trabajo de Ricardo Castro en iluminación, mientras que su vestuario una vez más maravilla por su coherencia y contrastes; geniales para los palacios, así como con los siervos de Carabosse que estructuran una especie de maquinaria donde ella se desplaza.
Entre otros grandes aciertos escenográficos destacaremos el Pasacalle, con esa gran cortina negra que sirve tanto de capa de Carabosse, como para mostrar las diversas etapas de edad de Aurora, mientras la maligna hada observa; luego el cumpleaños donde casi se concreta la maldición de Carabosse, que haría morir a Aurora al picharse con el huso envenenado, lo que será impedido por el Hada Lila, que hará que la princesa y a la corte caigan en un profundo sueño, cubriéndose todo de enredaderas; la escena de la Cacería donde el Príncipe llevado por el Hada Lila, ve y persigue la imagen de Aurora, para finalmente al encontrarla besarla para que despierte, todo observado siempre por Carabosse, por último la transición al Palacio, donde se realizará la boda, de gran belleza plástica sin recargar nada inútilmente. Como se puede aprecia es una producción que requiere de múltiples recursos.
La Princesa Aurora (Katherine Rodrígez) baila para los cuatro Príncipes y la corte, foto Patricio Cortés
La Orquesta Filarmónica de Santiago fue dirigida por Roberto Rizzi Brignoli, mostrándose completamente compenetrado en la obra, siendo un gran soporte para todos los bailarines, solo tendríamos dos alcances, primero a nuestro entender, tal vez por el tamaño del foso y la gran cantidad de bronces, maderas y percusión que requiere la partitura, creemos que faltaron cuerdas para equilibrar mejor el sonido, por ello pensamos que en algunas secciones se debió “apianar” más a los bronces y maderas para un mejor balance sonoro, esto es propio de la batuta; lo anterior no menoscaba en nada la musicalidad y belleza sonora de la orquesta en la que destacaron los solos instrumentales de violín y violonchelo entre otros solistas.
La Bella durmiente, es un ballet que requiere de un gran contingente de bailarines, tanto en Solistas como en el Cuerpo de Baile y en una medida que nos parece acertada, tanto en los roles principales , como en los papeles más pequeños, gran parte de la compañía se alternó durante todas las funciones, esto permite sin duda foguear a las figuras emergentes, y de acuerdo a las dos funciones que presenciamos, nos permitimos afirmar que el cuerpo de baile, ha recuperado la prestancia que había perdido, luego de la salida de Luis Ortigoza de la dirección del conjunto.
El Rey (Miroslav Pejic) expulsa a Carabosse (Gustavo Echevarría) después de la maldición foto Patricio Cortés
En el papel de Aurora, vimos a Katherine Rodríguez quien lo hizo en el estreno y a la invitada Bleuen Battistoni, Estrella del Ballet de París, donde la impronta personal quedó ampliamente expuesta, Rodríguez con su reconocida técnica y expresividad, deslumbró en sus solos y pas de deux con Emmanuel Vásquez el Príncipe, tanto como en las figuraciones, solo en una de las escenas más difíciles en la que debe interactuar con los cuatro príncipes que la pretenden, con la exigencia que ella en punta en un solo pié debe ir pasando su mano sucesivamente a cada uno, no fue totalmente perfecta, no obstante ello su brillante desempeño general, le hizo ganar merecidas y ruidosas ovaciones.
Aurora (Bleuen Battostoni) y las Hadas del Hada Lila. foto Patricio Cortés
Con bastante satisfacción comprobamos que Bleuenn Battistoni a quien habíamos visto en su anterior visita en el Lago de los cisnes, bailó ahora como Aurora y en esta ocasión se mostró bastante expresiva, por ello su magnífica y elegante técnica sobresale aún más, sus gráciles movimientos de brazos, su seguridad en las figuraciones y su compenetración dramática en los pas de deux, no fueron en nada opacados, con su casi perfecta escena con los cuatro príncipes, las ovaciones con que reaccionó el público premiaron su espléndido desempeño.
Los siete enanitos de Blancanieves y otros personajes en la escena de las bodas de Aurora. foto Patricio Cortés
Ya lo dijimos, la figura de Carabosse el Hada mala, atraviesa esta producción, razón por la que quien asuma el rol, no debe ser solo un gran bailarín, recordemos que debe ser bailado por un hombre, por ello también ser un gran actor, asumiendo lo femenino del hada, y lo maligno que puede ser su personaje, en esta oportunidad fue asumido por Gustavo Echevarría, quien simplemente maravilló desde su impactante entrada al escenario y en cada una de sus posteriores escenas, con sus saltos, volteretas, pero sobre todo por su arrolladora actuación, sobre la que alguien dijo, “él habla con su cuerpo”, varias de sus escenas hicieron explotar al público y al final la ovación incluyó “pataditas” de admiración.
Echevarría asumió además en otra función el papel del Príncipe Desirée, demostrando su ductilidad para asumir los más diversos roles, sin duda es una de la grandes figuras de la Compañía.
Carabosse el Hada mala (Gustavo Echevarría) en la escena del Passacalle. foto Patricio Cortés
En las funciones que presenciamos, el Príncipe Desirée fue bailado por el Emmanuel Vásquez, quien como figura es el Príncipe por antonomasia, poseedor de una gran técnica sus solos y variaciones son de una enorme perfección y como actor es muy convincente, siendo por ello fue un gran acompañante tanto para Katherine Rodríguez como para Bleuenn Battistoni, mostrando con ello gran ductilidad, adaptabilidad y profesionalismo, sin duda hablamos de una de las grandes figuras del Ballet de Santiago.
Otro de los personajes importantes es el Hada Lila, clave en impedir que las profecías y daños que pretende realizar Carabosse con Aurora se concreten, fue bailado en forma impecable por Ethana Escalona con gracilidad y firme dulzura, quien confirma una vez más su gran jerarquía y calidad artística dentro del elenco.
La pareja del Pájaro Azul y la Princesa Florina lo asumieron Felipe Arango y Laleska Seidel no solo con profesionalismo, pues le agregaron magia con su estupenda técnica a sus exigentes roles, consagrándose como otros de los grandes valores de la Compañía.
El Pájaro azul (Felipe Arango) y la Princesa Florina (Laleska Seidel) escena de las Bodas foto Patricio Cortés
Alí Babá y las Joyas es un desafiante quinteto para un varón, Felipe Lorca que es obligado a complejas piruetas y saltos como solista, lo que realizó con excelencia, mientras a la vez tiene que interactuar con prestancia con las Joyas, que bailaron María Dolores Salazar, Deborah Oribe, Ioulia Kountenkova y Noelia Sánchez, cuyo desempeño les valió grandes aplausos.
Carabosse (Gustavo Echevarría) burlándose del Rey y cortesanos luego de proferir la maldición foto Patricio Cortés
Elegante nobleza le otorgaron a sus roles de Rey y Reina Miroslav Pejic y Kamilia Aenishanslin.
En otras escenas algunas figuras nombradas participaron como Hadas y Amigas.
Los Príncipes que cortejan a Aurora, lo hicieron con prestancia y rigor técnico, y a la vez que con la precisa expresividad, ellos fueron Cristopher Montenegro, Matías Romero, David Saavedra y Luciano Cresto.
En la escena final en Las bodas de Aurora, tienen además importante participación figuras como El Gato con botas y la Gata Blanca, que bailaron con gracia y sentido del humor por Henry de Carvalho y Lorena Borja; para Caperucita Roja y El Lobo tuvieron un gran desempeño de Alexia Comisso y Carlos Aracena; Constanza Sánchez fue una simpática Blancanieves acompañada por siete encantadores Enanitos, alumnos de la Escuela de Danza del Municipal.
Escena final Aurora (Katherine Rodríguez), el Príncipe (Emmanuel Vásquez) atrás el Hada Lila (Ethana Escalona) y la corte. foto Patricio Cortés
Una soberbia puesta en escena, que prácticamente enloqueció de entusiasmo a los espectadores, que no solo ovacionaron además repletaron cada una de las diez funciones, todo gracias a la mágica y vital coreografía de Marcia Haydée, que renovó un clásico que se estaba anquilosando, sin introducir locuras que lo desvirtuaran, contando con la estupenda participación del Ballet de Santiago.
Gilberto Ponce (CCA)