GALA LÍRICA SINFÓNICO CORAL EN EL BAQUEDANO.
En un abierto mentís a quienes aseguran la muerte del género lírico, la Gala Sinfónico-Coral, que se ofreció como parte de la Temporada de Verano de la Orquesta Sinfónica de Chile, repletó el Teatro Baquedano de un público que quería escuchar algunos fragmentos corales de óperas famosas, así como selecciones sinfónicas asociadas.
Junto a la sinfónica actuaron el Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile que dirige Juan Pablo Villarroel, mientras que la dirección general fue del maestro Nicolas Rauss, quien abordó con inteligencia el más que variado programa.
Debemos reconocer, que no es algo fácil dirigir una selección que abarca obras de carácter y estilos tan diferentes, factor que incluso afectó a algunos músicos sinfónicos poco acostumbrados a estas lides, y más de alguno llegó a demostrar abierto desgano, a partituras donde ellos nos son protagonistas; incluso y extrañamente, también afectó a un corista, que distraídamente confundió su ubicación con un cómodo sofá.
La presentación del día viernes, la primera de varias que culminarán en Frutillar, mostró claramente la diferencia que existe entre obras maduras y otras en pleno proceso, por lo que no tenemos dudas que las siguientes presentaciones tendrán resultados óptimos.
Y si hablamos de excelencia, esta se logró, sin la menor duda en la última de las selecciones, las famosas y no menos hermosas Danzas Polovtsianas de la ópera El Príncipe Igor de Alexander Borodin, que habían sido cantadas en una ocasión anterior para celebrar el aniversario de la Universidad de Chile.
En ellas, tanto la orquesta como los coros realizaron una sobresaliente presentación; estilo, estupendo sonido orquestal y el mejor ejemplo de canto coral, voces seguras y timbradas sin olvidar la fonética, Rauss pudo realizar cómodamente todo lo que quiso en interpretación.
La obertura de la ópera La Fuerza del Destino de Giuseppe Verdi fue irregular, con momentos muy expresivos y buen uso de los contrastes, en contraste, otros bastante laxos; todo lo contrario fue el Preludio del acto IV de la Traviata, por su enorme belleza y pureza de sonido, destacando el sonido de los violines primeros; en cambio a los coros triunfales de Aída, les faltó fuerza, incluyendo desajustes de pulso, el cuarto Verdi fue el coro Va Pensiero de la ópera Nabucco, ofrecido como encore ante los entusiastas aplausos para las danzas de Borodin, su versión fue formal, siendo recibida con cortesía por el público.
Bastante débiles en carácter y expresividad fueron los coros de Don Pasquale de Donizetti y el de Norma de Bellini, en contraste el Coro de los Soldados de Fausto de Gounod, mostró al coro masculino en estupendo pie.
El hermoso coro de la ópera Tannhäuser de Wagner mostró intencionalidad difusa, pulsos inseguros y debilidad en los agudos de las sopranos, que se contrastó con la pureza y sensible interpretación del Coro “a bocca chiusa” de Madama Butterfly.
La orquesta dio muestras de su potencialidad en la obertura Carnaval Romano de Berlioz, con gran manejo de contrastes, con verdaderas filigranas en los piano y espléndido sonido en los forte; en la obertura del Barbero de Sevilla fue posible apreciar el profesionalismo de diversos instrumentistas en sus partes a solo, tocadas con musicalidad y gracia, rematando en la estupenda versión junto al coro para las Danzas de Borodin.
Independiente de algunas objeciones, esta Gala Sinfónico-Coral fue de absoluto gusto para un público que llenó el teatro, y que esperaba gozar al escuchar en vivo, algunas de las obras favoritas en el campo de la ópera, y tal como dijimos, creemos que las próximas presentaciones, tendrán resultados óptimos.
Gilberto Ponce. (CCA)