CONCIERTO FUERA DE TEMPORADA DE LA SINFÓNICA NACIONAL.

 STRAUSS, XENAKIS Y BRAHMS EN LA SINFÓNICA CON BÁRBARA DRAGAN.

Una vez finalizada la Temporada Oficial 2025 de la Orquesta Sinfónica Nacional, ofreció algunos conciertos extraordinarios en la Gran Sala Sinfónica, el primero de ellos fue un interesante programa con obras de Richard Strauss, Iannis Xenakis y Johannes Brahms, dirigido por Barbara Dragan, quien ha realizado estupendos conciertos con la Sinfónica.

                             La directora Barbara Dragan en una de las obras del programa foto Jacqueline Uribe

Bien sabemos que en la música, al igual que en cualquier actividad humana, siempre existen imponderables que van en contra de los deseos de sus intérpretes, produciéndose presentaciones que se alejan de la habitual calidad de estos.

Creemos que precisamente fue lo que ocurrió en este concierto cuyos resultados fueron muy inferiores a otros que le hemos visto a Dragan, al menos fue lo ocurrido en el concierto de repetición del día sábado, que fue el que presenciamos.

El Poema sinfónico “Las travesuras de Till Eulenspiegel” de Richard Strauss, es una obra que relata episodios de la vida de un pícaro en la Alemania medieval, describiendo su carácter así como las permanentes bromas, que en diversos lugares somete a sus semejantes, desde donde muchas veces debe huir para no ser castigado. Pero finalmente será apresado, juzgado y ajusticiado, aunque finalmente su espíritu lúdico prevalecerá sobre la muerte.

Como se aprecia es una obra repleta de contrastes de todo tipo, que requiere seguir estas aventuras, con precisión para lograr el carácter de cada situación, además considerando que la partitura es de gran exigencia para la orquesta como para algunos instrumentistas solistas.

En este caso la dirección fue bastante poco incisiva en el carácter de cada parte, sin la chispa necesaria, la creemos blanda, incluso hubo fallos importantes en algunos solistas y desajustes de pulso en el conjunto en varias partes, en resumen le faltó magia y relato a estas “Travesuras”.

                                    Ermis Theodorakis interpretando la obra de Xenakis. foto Jacqueline Uribe

Después estaba anunciado el Concierto para piano y orquesta de Iannis Xenakis, pero que en verdad es un concertato para piano y orquesta en un solo movimiento, que el compositor llamó “Synaphai” que significa “Conexiones”, y que responde a una estructura basada en relaciones matemáticas que Xenakis desarrolló en gran parte de sus obras, no hay que olvidar que fue un gran matemático y teorizó en torno a la relación existente entre la ciencia y la música, lo que se tradujo en complejas partituras que producen bloques sonoros que demostrarían esta relación.

       La Sinfónica dirigida por Barbara Dragan y Ermis Theodorakis en la obra de Xenakis foto Jacqueline Uribe

Synaphai exige que la orquesta tenga una ubicación no tradicional de cara al público en bloques y el piano es parte de la textura sonora, incluso su partitura está escrita en diez pentagramas, uno para cada dedo, sin duda estamos frente a una obra teórica experimental, donde el mismo Xenakis escribió en el Prólogo de la obra, “el pianista tocará todo si puede”.

Ermis Theodorakis fue el solista cuya parte es fundamentalmente rítmica en base a acordes que abarcan todo el teclado, pero debemos aclarar que en gran parte de la obra su sonido desaparece, para fundirse en la textura sonora de la orquesta, llamada “arborescencia” por su autor.

Estas características de Synaphai, no permiten formarse un juicio sobre la interpretación del solista, y tampoco en lo general, ya que la Sinfónica tocó en la distribución habitual en el escenario y no en la pedida por Xenakis, por lo tanto tampoco podemos aventurar si lo escuchado corresponde a lo imaginado por su compositor.

                              Ermis Theodorakis, la Sinfónica y Dragan agradecen los aplausos foto Jacqueline Uribe

El concierto finalizó con la Sinfonía N.º 4 en Mi menor de Johannes Brahms, obra de gran belleza e intensidad, así como pródiga contrastes, exigiendo por lo tanto una visión de conjunto que permita la progresión emocional que creemos posee. La partitura exige tanto al tutti orquestal como a los numerosos solos, estar completamente imbuidos del espíritu total, en este sentido pensamos que orquesta y solos dieron lo mejor de sí en pos de la versión, no obstante la batuta fue laxa en energía, como si fuera una lectura de inicio, muy alejada de otras obras que le hemos a Dragan, en las que lo más notorio fue siempre una vitalidad contagiosa, que la hizo triunfar con la orquesta y con el público que la ovacionaba.

                                               Barbara Dragan y la Sinfónica interpretando Brahms foto Jacqueline Uribe

Sin duda un mal día, de una de las directoras que mayor impacto ha causado con sus presentaciones, algunas  que marcaron verdaderos hitos musicales.

(La sinfonía de Brahms fue implacable en mostrar las fallas acústicas no resueltas de la sala, lo consideramos injusto para los músicos, que dan lo mejor de si en cada concierto, fallas que también fueron señaladas por un crítico estadounidense.)

Gilberto Ponce (CCA

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