ORCHESTRA DELLA TOSCANA TODA UNA EXPERIENCIA.
Sin duda, se convertirá en una de las visitas más resonantes de la temporada 2016, nos referimos a la Orchestra Della Toscana, que visitó por primera vez nuestro país, causando un enorme impacto en su debut, en la Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas, que organiza la Fundación Beethoven.
Bajo la dirección de Daniele Rustioni, el conjunto, es una perfecta y musical máquina sonora, y no se entienda, que esto responde a algo mecánico, nada más alejado, debido a la vitalidad extrema de sus versiones, la misma con que mantienen capturado al público, que embelezado sigue el desarrollo de las obras que presentan.
Su director, Rustioni tiene absolutamente claro, lo que pretende, no solo con la obra completa, ya que guía con gesto preciso, cada fraseo, acento o articulación, así como el estupendo manejo de los conceptos dinámicos, que contribuyen al asombro de los espectadores.
La gran cantidad de detalles, entre las que destaca una perfecta afinación, belleza sonora, balance digno de una grabación, ataques y cortes de frases precisos y musicales, todo esto sumado al evidente goce de cada uno de integrantes del conjunto, interpretando y siguiendo con complicidad los musicales gestos e indicaciones de Daniele Rustioni.
La Obertura de la ópera La Italiana en Argel de Gioacchino Rossini, que inició la presentación, fue el notable indicador de lo que vendría; generalmente las obras de inicio de programa, resultan muchas veces una especie de relleno, que prepara la audiencia a lo que sigue, en esta ocasión presenciamos una versión, que no nos cabe duda, rescata lo esencial de la partitura; su espíritu festivo, en una sucesión de magníficos contrastes; como no mencionar los crescendo desde un increíble pianissimo, la gracia elegante de los pizzicato, las frases a cargo de instrumentos solistas de perfección total, o el como cambian las articulaciones, en las repeticiones temáticas. La enorme ovación recibida fue más que justificada.
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Luego la hermosa violinista Francesca Dego, interpretó uno de los conciertos más desafiantes, para cualquier solista, el Concierto para violín y orquesta Nº 1, Op. 6 de Niccolò Paganini, destacándose por una afinación perfecta, incluso en los armónicos, manejo sobresaliente en articulaciones y fraseos de gran musicalidad, resolviendo certeramente las frecuentes dobles cuerdas, todo con bello sonido.
La orquesta, desde la introducción mostró hermoso sonido, escrupuloso balance entre familias, así como con la solista, en diálogos mostraron la completa sintonía entre Francesca Dego y la orquesta, que acompañó a la solista, en un lujo de contrastes dinámicos marcados por Rustioni.
La cadenza del primer movimiento, permitió mostrar a la violinista todo su virtuosismo y enorme despliegue técnico.
El segundo movimiento, fue tocado en forma lírica, en un verdadero canto de la solista y orquesta, para luego desembocar en la gracia del tercer movimiento, mostrando el gran virtuosismo de Francesca, y precisión en la orquesta, en sus sutiles y musicales cambios de pulso.
Creemos que este concierto, poco considerado por algunos melómanos, debe ser ejecutado como lo fue en esta ocasión, para hacer justicia a los valores que posee.
El público enfervorizado, logró dos encore, que aumentaron el asombro, por el desempeño de Francesca Dego; la Ballade de la Sonata Nº 3 de Ysaÿe y el Capricho Nº 16 de Paganini.
El programa finalizó, con una brillante versión de la celebérrima Sinfonía Nº 5, en Do menor, Op. 67 de Ludwig van Beethoven, que evidenció el porqué Daniele Rustioni, con solo 32 años ha alcanzado la posición que ya tiene en el mundo de la música, dirigiendo ópera y conciertos sinfónicos en los más prestigiados teatros de Europa, EEUU. y Asia, transformándose en una importante figura emergente.
Su versión, que más de alguien consideró de “italiana” (sic), tal vez por el talante bastante cantabile de muchas secciones, pero al mismo tiempo enérgica, sin descuidar nunca la musicalidad.
En ella se apreció un acucioso estudio del fraseo, y un manejo potente de las progresiones, para acentuar una emocionalidad presente en toda la obra, destacando la claridad de voces y temas.
Otra característica, es como la batuta diferencia las texturas sonoras de cada familia, otorgando un peso sonoro mayor a las cuerdas, cuyo número corresponde al de una orquesta clásica, solo con tres contrabajos, pero la maestría de los músicos, hizo desaparecer esta carencia.
Interesante fue el manejo de las tensiones en el segundo movimiento, con ese hermoso “canto” de violas y chelos, y el fraseo y articulaciones de las maderas; una vez más Rustioni, conmovió con los pianissimo que logra de su conjunto.
Sorprendente por la solidez y musicalidad, fue el pequeño fugado del tercer movimiento, mientras que transición hacia el último, nos llevó desde las sombras, hasta la luminosidad de la tonalidad mayor, con que concluye, sección donde se desplegó un torbellino de fuerza.
El público reaccionó fervorosamente, ante la vital propuesta de los músicos toscanos, que llevó a que ejecutaran como encore, una transparente, vital y chispeante versión de la obertura del Barbero de Sevilla de Rossini, que solo ratificó todas las virtudes de un conjunto que quisiéramos volver a escuchar, en otras temporadas.
Gilberto Ponce. (CCA)