ESTRELLA FEMENINA DE LA BATUTA; JOANN FALLETTA.
Será sin duda, una de las revelaciones de la presente temporada de la Orquesta Sinfónica de Chile, y sería injusto decirlo, que ello sería por su condición femenina, nada más alejado, JoAnn Falletta posee todos los atributos, de una excelente directora, razón por la que está realizando una exitosa carrera, en el difícil camino de la dirección orquestal.
Las ovaciones al final de su presentación, fueron el reconocimiento a un trabajo impecable en lo musical, traducido en un gran rendimiento de la sinfónica, que al igual que el público la aplaudió sin reservas.
La Obertura “Egmont” de Ludwig van Beethoven, con que abrió su presentación, se caracterizó por el sentido dramático descriptivo, desde la oscura descripción de la opresión española, del comienzo, desarrollando luego una progresión, que mostró la lucha del pueblo flamenco, para concluir en el júbilo del final, con la llamada “sinfonía de la victoria”, los fraseos y la claridad temática, confluyeron en una versión que se constituyó en el primero de sus triunfos.
A continuación, el solvente cornista polaco Jacek
Muzyk, abordó el “Cántico al Sol” del compositor estadounidense Kenneth Fuchs, quien ha desarrollado una enorme labor docente en varias universidades de su país, la obra es de atractivo relativo, debido a las constantes reiteraciones melódicas, recordando la música para el cine por sus alcances programáticos.
Es interesante en cuanto a timbres, y en rigor se trata de un “concertante” para corno y orquesta, tal vez un tanto extensa, sin ser demasiado exigente con el solista –habría sido interesante escuchar a Muzyk en otra obra más exigente-, Falletta, quien ha dirigido otras de Fuchs, condujo cuidadosamente, manteniendo balances, y logrando un alto rendimiento de la orquesta.
Muzyk mostró hermoso sonido, musicalidad y gran manejo técnico, solo con algún pequeño desliz que no empañó su presentación.
JoAnn Falletta – a quien esperamos tenerla frente a la sinfónica prontamente-finalizó su presentación con una espléndida versión de la “Sinfonía N° 5 en Mi menor, Op. 64” de Piotr Ilich Tchaikovsky.
Mostrando un concepto unitario, llega a la esencia dramática, de otra de las obras que nos habla del trágico destino del compositor.
Desde la oscura introducción hasta su dramático final, Falletta realizó una progresión, que pasó desde los pequeños destellos de luz, hasta las secciones que muestran la lucha denodada contra su trágico destino.
Su gesto claro, conduce certeramente los retardando, dotándolos de gran expresividad, al tiempo que los precisos ataques le otorgan vitalidad y acentúan los contrastes.
El carácter, los contrastes y expresividad, marcaron el primer movimiento; la belleza de las cuerdas y el hermoso solo del corno acentuaron el dolor del segundo en su inicio, posteriormente las maderas mostraron su bello sonido, en un juego tensión-relajación, muy expresivo.
El tempo de vals, del tercero, logró conjugar la gracia y elegancia, con el drama subyacente, destacaremos en esta parte la extrema claridad en las articulaciones de la orquesta.
Sin interrupción se inicia el cuarto y final, con la orquesta en su más alto nivel; la batuta, dueña absoluta del concepto musical, guía a sus músicos por los contrastes dinámicos y de carácter, y a ratos pareciera mostrar las olas en el mar tormentoso, como lo era la vida del compositor en ese tiempo.
La versión de Falletta, tenía a esas alturas conteniendo el aliento al público, debido a su enorme fuerza expresiva, por ello al finalizar, de pie ovacionó sin cansarse la magnífica versión; muestras de admiración corroboradas por la orquesta, para reconocer la magnífica labor de la gran directora que es JoAnn Falletta.
Un debut para recordar por largo tiempo.
Gilberto Ponce. (CCA)