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PRIMER CONCIERTO DE LA TEMPORADA 2025 DE LA SINFÓNICA

PRIMER CONCIERTO DE LA SINFÓNICA NACIONAL DE CHILE TEMPORADA 2025.

La Orquesta Sinfónica Nacional de Chile dio inicio a su Temporada 2025, en el Teatro Baquedano en espera de la inauguración de su nueva sala en Vicuña Mackenna 20, lo que ocurrirá a mediados de año.

Otro hecho digno de importancia fue que debido a problemas de salud de su titular Rodolfo Saglimbeni, la jornada fue dirigida por Rodolfo Fischer, director de la Orquesta de Cámara de Valdivia.

Comenzaron con “De una mañana de Primavera” de la compositora francesa Lili Boulanger la obra escrita originalmente para violín o flauta y piano en 1917, fue orquestada por ella misma en 1918, el trabajo no disimula la influencia de Ravel particularmente por el manejo de las texturas instrumentales, agregando algunos toques de modernidad.

La versión de Fischer rescata muy bien los contrastes dinámicos y fue cuidadoso en fraseos, para destacar los motivos melódicos de una obra que en su brevedad mantiene siempre un carácter amable, los músicos respondieron musicalmente a las indicaciones de la batuta.

Rodolfo Fischer dirigiendo a la Sinfónica en un momento del concierto. foto Josefina Pérez

El programa continuó con uno de los conciertos más hermosos y populares de todos los tiempos, nos referimos al Concierto para violín y orquesta de Piotr Ilich Tchaikovsky, que contó con la participación del estupendo violinista ruso estadounidense Alexander Markov, quien deslumbró tanto por la belleza y poderoso sonido de su instrumento (nunca fue superado por la orquesta), de afinación impecable, elegancia de fraseos, articulaciones perfectas y sobre todo soberbia musicalidad, él sin duda está por sobre la técnica volcándose completamente en la interpretación y en como interactúa con la orquesta y el director.

La versión fue un goce total de principio a fin, con una Sinfónica de bello y musical sonido, ataques y cortes precisos, fraseos y articulaciones de enorme perfección, la orquesta que uno espera siempre provocando gran tranquilidad durante la interpretación.

Markov imbuido completamente de la obra hizo maravillas desde su primera entrada y de allí siguió en perfecta sintonía con la batuta y la orquesta, sus contrastes de carácter atraparon a un público envuelto en una versión que se convirtió en una fusión total con los músicos, qué decir de los cambios de pulso manejados certeramente por Fischer, agreguemos que la cadenza de Markov fue de gran virtuosismo y expresividad.

Poéticamente musical fue el inicio del segundo con los pizzicato de las cuerdas en diálogo con el hermoso sonido de las maderas antes del ingreso sensible del violín que terminó por crear una atmósfera entre serena y sobrecogedora.

Alexander Markov durante su interpretación. foto Josefina Pérez

El ímpetu de la orquesta del comienzo del tercer movimiento, presagió lo que vendría con un solista derrochando virtuosismo y la orquesta entrando ganosamente en el juego, los diálogos orquesta solista fueron sorprendentes en su perfección, así se llegó al apoteósico final, que como era de esperar exaltó al público que no cesaba de ovacionar a Markov, la orquesta y al director, de pronto Markov ingresó ahora vestido de rockero con un violín eléctrico en sus manos, para interpretar con parte de la orquesta una obra de rock sinfónico, exaltando al máximo al público cuando sorpresivamente sacó un arco luminoso de color rojo, con el que finalizó su performance conquistando a todo el público incluyendo a muchos sorprendidos abonados tradicionales.

Markov con su violín eléctrico y su arco luminoso rojo. foto Josefina Pérez

Finalizaron con la hermosa Sinfonía Nº 3 en Do menor con órgano, de Camille Saint Saëns, obra de fines del siglo XIX que conserva todo el lenguaje del Romanticismo tardío.

La versión fue bastante correcta y a ratos exultante, en particular cuando en el movimiento conclusivo hace su ingreso el órgano, si bien creemos que se acertó muy bien en el carácter, pensamos que a algunas figuras rítmicas en las cuerdas les faltó claridad y en algunos secciones se produjeron algunos cruces, no obstante estos detalles la versión fue poderosa, musical siendo entusiastamente por el público, debido a la dirección de Rodolfo Fischer.

Rodolfo Fischer dirigiendo la sinfonía de Saint Saëns. foto Josefina Pérez

Un auspicioso comienzo de Temporada de Orquesta Sinfónica Nacional que comienza a despedirse del emblemático Teatro Baquedano.

Gilberto Ponce (CCA)

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