SEGUNDO ELENCO DE GISELLE.

SEGUNDO ELENCO DE GISELLE EN EL MUNICIPAL.

Al presenciar una segunda función, ahora con el segundo elenco del ballet Giselle, por el Ballet de Santiago que dirige Luis Ortigoza, nos permite apreciar aún más los valores detectados en la primera función.

En el comentario anterior, hicimos mención al cuerpo de baile, alabando sus fortalezas, en esta oportunidad, reafirmamos absolutamente lo dicho, y a ello agregamos el enorme placer que produce observar a una compañía con tal nivel de afiatamiento, con un tremendo y seguro desempeño técnico, sin fallas, a lo que agrega gracia y compenetración en la historia. El público irrumpió en espontáneos aplausos en numerosas ocasiones, no solo ante los solistas, también con los grupos.

Giselle (Romina Contreras), es sostenida por Albrecht (Rodrigo Guzmán), junto al cuerpo de baile, en un momento del primer acto. foto Patricio Melo

El cuerpo femenino derrocha alegría y perfección en el primer acto tanto en los conjuntos generales, como en aquellas secciones en las que participan grupos más pequeños; en el segundo acto esa perfección se acrecienta, creando magia en sus movimientos, los que son de una levedad que asombra, qué decir de la sección donde los grupos se cruzan, mientras avanzan en un solo pie, o la fuerza atemporal conque expulsan a Hilarión. Como Pablo Núñez creó escenografía y vestuario, el equilibrio y contraste entre ambos fue perfecto, y repetimos, concreto y hermoso en el primer acto, tanto como bello y mágico en el segundo.

Giselle (Romina Contreras) y Albrecht (Rodrigo Guzmán) en otro momento del primer acto. foto Patricio Melo

Sin duda esta compañía es uno de los orgullos que nuestro país, puede exhibir en cualquier escenario, por ello alabamos el trabajo de Luis Ortigoza al mantener y acrecentar el nivel, al que Marcia Haydée llevó al Ballet de Santiago.

Roberto Rizzi-Brignoli, está dirigiendo todas las funciones a una sobresaliente Orquesta Filarmónica de Santiago, destacando su alto nivel de afinación, belleza sonora y musicalidad. Gieselle es un ballet en el que en su desarrollo, se reiteran temas acentuando esquemas emocionales, a la vez que contrasta alegrías y pasiones humanas en su primer acto, en este sentido Rizzi-Brignoli desarrolló un fino trabajo, destacando estos contrastes; en el segundo se conectó con la magia visual, completando el arco de belleza, conseguido a través de la perfección sonora de sus instrumentistas; cómo no mencionar los diversos solos instrumentales, a manera de ejemplo, el exquisito solo de viola en el segundo acto entre otros, los que en verdad conmovieron. La progresión dinámico expresiva conseguida por la batuta, fue de primer orden.

Albrecht (Rodrigo Guzmán) y el espectro de Giselle (Romina Contreras), junto al cuerpo de baile en el segundo acto. foto Patricio Melo

En el rol de Giselle estuvo Romina Contreras, quien dejó muy en claro su nivel de perfección, tanto en su exquisita técnica, como en expresividad, su absoluta seguridad le hace enfrentar saltos y giros con los que asombra, su desdoblamiento entre la inocente muchacha y aquella desbordada por la locura, en la primera parte, conmovieron intensamente, mientras que en el cuadro blanco, fue etérea y sensible en su relación con Albrecht, y decidida ante Mirtha, al interceder por él.

La perfección técnica y expresiva lograda en el segundo acto con Rodrigo Guzmán, quien asumió como Albrecht, en el dúo acompañado por la viola, fue sin la menor duda sobresaliente, y será recordado.

Giselle (Romina Contreras) ante Mirtha (Mariselba Silva) y el cuerpo de baile durante el segu

Rodrigo Guzmán, desarrolló su rol con toda su potencialidad dramática -que sin duda es fuerte-, como el príncipe que trata de parecer campesino para conquistar a Giselle, para luego explotar al ser desenmascarado por Hilarión, que ha descubierto que es un noble; el desgarro al comprobar la muerte de su amada fue de gran fuerza emocional.

Su segundo acto, fue sin duda alguna del mejor nivel, su interacción con Romina Contreras, fue completa en sensibilidad y en la escena final cuando avanza hacia el público desolado, fue de gran impacto.

En este elenco bailó como Mirtha, Mariselba Silva, de quien hicimos el comentario para el estreno, confirmando todos los valores que explicitamos en el comentario anterior.

Giselle (Romina Contreras) y Albrecht (Rodrigo Guzmán) y cuerpo de baile, en otra escena del segundo acto. foto Patricio Melo

Miroslav Pejic, fue Hilarión, muy bien en lo técnico dancístico, aunque creemos que por personalidad, su papel no lo concibió tan popular, pues su apostura natural, corresponde más bien a un noble, pero no se entienda como crítica, hablamos de una característica personal.

María Lovero y Esdras Hernánde, configuraron una sólida pareja como Pas de Paysan, bastante compenetrados ambos, transmitieron toda la alegría juvenil de los amigos de Giselle, un pequeñísimo traspiés de Esdras, no empañó en absoluto su presentación.

El público eufórico, recibió esta poderosa presentación de uno de los clásicos, con largas ovaciones, para todos los participantes.

Hilarión (Miroslav Pejic) implora ante Mirtha (Mariselba Silva), mientras la Willis y le señalan que será expulsado. foto Patricio Melo

Hemos sabido que, Romina Contreras ha sido contratada desde el 15 de agosto, como primera bailarina del Ballet Nacional Checo (Czech National Ballet) de Praga, si bien es una gran pérdida para la compañía, es una enorme oportunidad para esta joven y talentosa bailarina chilena, que sin duda dejara muy en alto el nombre del Ballet de Santiago, por ello es que deseamos muy sinceramente el mayor de los éxitos, en esta incursión profesional en un medio tan exigente como el europeo.

Gilberto Ponce. (CCA)

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MAURICIO CORTÉS SE DESPIDE DEL CORO DE CÁMARA UC.

          CONCIERTO DE DESPEDIDA DE MAURICIO CORTÉS DEL CORO UC.

Luego de una fructífera trayectoria, de más de veinte años, al frente del Coro de Cámara de la Universidad Católica, el maestro Mauricio Cortés dejó el podio, para acogerse a jubilación; “no hay plazo que no se cumpla”, dijo el mismo Cortés, en un video que se vio antes de la parte musical, ocasión donde además reconocieron su labor Felipe Ramos Taky, Coordinador de Extensión del Instituto de Música UC y Danilo Rodríguez pianista acompañante del coro, de excelente participación en su labor posterior como organista y pianista en las obras que acompañó.

El maestro Mauricio Cortés, frente al público, mientras se proyectaba una restrospectiva de su trabajo, y algunas entrevistas, en el video antes del cocierto, foto Carlos Arriagada

La velada se desarrolló en la hermosa sala del Centro de Extensión del Campus Oriente de la universidad, y de acuerdo a lo señalado por el mismo director, el programa pretendía un imposible, recoger las obras más significativas que el coro ha cantado bajo su dirección.

Menudo problema la selección, pues debido a que el Coro de Cámara es amateur, no obstante hablamos de uno de los mejores coros universitarios, donde es normal, que por el conjunto hayan pasado muchos cantantes, razón por la que, probablemente los repertorios hayan sido definidos de acuerdo a las características de los integrantes de la diferentes épocas. Por creemos que la selección debió ser sin duda muy difícil.

En pleno concierto, el Coro de Cámara de la UC acompañado al piano por Danilo        Rodríguez. foto Carlos Arriagada

En cuanto al director podemos decir, que una de las características más notables de Mauricio Cortés, está en primer lugar, una caballerosidad que le hace ser naturalmente amable y acogedor, al tiempo que en lo musical es muy estudioso, por ello cree e impone fuertemente las decisiones musicales que toma, las mismas que enfrenta con extrema pulcritud y seriedad, esta última característica, hace que a veces sus versiones sean tan extremadamente cuidadosas, que en ocasiones les falte algo de pasión, pero es su honesto concepto el que aplica, logrando siempre resultados muy satisfactorios.

                     En otro momento del concierto. foto Carlos Arriagada

El ambiente musical, no es fácil y las envidias son frecuentes, por ello es de gran valor que, con su discreta personalidad haya cosechado importantes éxitos a lo largo de su carrera, abarcando repertorios que fueron desde el canto “a capella”, la polifonía y de ahí en adelante en los más diversos estilos, llegando hasta lo contemporáneo, asimismo abarcó obras con acompañamiento de piano, órgano y orquesta, llegando a participar incluso en ópera, donde sus cantantes se disfrazaron y actuaron en algunas de las puestas en escena que dirigiera Miryam Singer.

Sin duda, Mauricio Cortés ha dejado una huella, que será imborrable para aquellos que cantaron bajo su dirección, asimismo creemos, contó con el agradecimiento de las autoridades de la Universidad Católica representadas por Ramos Taky, es por ello que el concierto de despedida fue sobre todo emocional, para cada uno de los participantes, como para el público presente y por supuesto para Mauricio Cortés, que profundamente conmovido, agradeció a sus cantantes, el hecho de haberlo hecho con él.

El maestro Mauricio Cortés, agradece los aplausos del público, luego del exitoso concierto de despedida del Coro de Cámara UC. foto Carlos Arriagada

Los autores escogidos para la ocasión, seguramente lo fueron porque tenían algún significado especial para el director, que nos llevó desde Schubert a Guastavino, pasando por Schuman, Bruckner y Rachmaninov, entre otros, sin olvidar los spiritual y esa simpática locura musical de Banchieri, “Il contrapunto Bestiale” que llevó el relajo a las emociones de la jornada.

Muchas gracias Maestro, por su gran aporte a la cultura coral y musical de nuestro país.

Gilberto Ponce. (CCA)

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ROTUNDO ÉXITO DE GISELLE EN EL MUNICIPAL.

                    ESTRENO TRIUNFAL DE GISELLE EN EL MUNICIPAL.

Con gran expectación acudieron los aficionados al ballet, al estreno de Giselle, con música de Adolphe Adam, uno de los ballets clásicos más queridos por el público, estreno que estaría a cargo del Ballet de Santiago, que dirige Luis Ortigoza, quien además firmó la coreografía.

Es

Escena del Primer acto, Giselle (Katherine Rodríguez) y el resto de la compañía, al fondo a la derecha, detrás del Heraldo de negro, Noelia Sánchez y Gustavo Echevarría (Pas Paysan) foto Patricio Melo

La hermosa escenografía y el vestuario, los realizó Pablo Núñez, uno de los mejores profesionales en estos rubros, demostrando una vez más, su buen gusto y certero profesionalismo, escenografía muy concreta, como debe ser, en el primer acto, y sugerente tanto como mágica en el segundo, que contó con la acertada iluminación de Ricardo Castro. El vestuario hermoso en diseño y colorido, marcando bien las diferencias entre nobleza y campesinos en el primer acto y delicados diseños para el acto blanco, del reino de las Willis.

Segundo acto, ante la tumba de Giselle; Albrecht (Emmanuel Vásquez) y el espíritu de Giselle (Katherine Rodríguez), a la izquierda parte de las Willis. foto Patricio Melo

Desde que Luis Ortigoza asumiera la dirección de la compañía, esta ha mantenido el nivel de excelencia, que la ha ubicado como una de las mejores del continente, por ello es, uno de los orgullos que puede exhibir nuestro país.

El estreno de Giselle, confirmó con largueza, la solidez de un grupo que se ha consolidado a través de los años, transformándose en una garantía de calidad, algo que el público que asistió en esta ocasión, no se cansó de manifestar, a través de constantes ovaciones y aplausos. El cuadro blanco, que corresponde al segundo acto, fue interrumpido entusiastamente por los asistentes, que obligaron al director Roberto Rizzi-Brignoli, ha realizar pausas en el continuo de su dirección.

Mirtha, la reina de las Willis (Mariselba Silva) y su corte. foto Patricio Melo

La Filarmónica de Santiago, ratificó una vez más su reconocida calidad, a la estupenda afinación agrega su bello sonido, siguiendo las precisas indicaciones de Rizzi-Bignoli, quien consiguió perfectos balances además de interesantes juegos dinámicos y súbitos cambios de tempi que agregaron interés a la partitura, sin que se viera afectada la danza en lo más mínimo. Las ovaciones a la orquesta y al director, fueron más que justificadas.

El espíritu de Giselle (Katherine Rodríguez), intenta consolar a Albrecht (Emmanuel Vásquez). foto Patricio Melo.

La coreografía de Ortigoza, introduce algunos cambios principalmente en el carácter de los personajes, diferenciando, a manera de ejemplo a Hilarión, como un recio personaje popular, como lo es en realidad, guarda eso sí, la inocencia de la joven Giselle, que descubre el amor tanto como su desilusión posterior, que posteriomente en un rapto de locura la conduce a la muerte, esta escena mostró toda la capacidad interpretativa de Katherine Rodríguez, que conmovió con su desgarro, mientras que poco antes fue la inocente doncella, que se abría esperanzada al amor.

Su espléndida técnica y su gracilidad, la convirtieron en la perfecta Giselle en el primer acto, mientras que en el segundo, se convirtió en ese espíritu casi concreto, que demanda ese acto, sus solos y pas de deux, fueron notables, no solo por su seguridad en giros, también por su expresividad. El complemento perfecto fue el Albrecht, que bailó Emmanuel Vásquez, quien sigue dando pasos enormes en un camino que seguramente le llevará a convertirse en uno de principales bailarines de la compañía, él posee la apostura precisa para el príncipe, a ello aporta una técnica en la que derrocha seguridad, sus solos encendieron al público en el segundo acto.

Pas de deux; Giselle (Katherine Rodríguez) y Albrecht (Emmanuel Vásquez) foto P. Melo

Esta pareja, creemos se convertirá en un referente, podemos decir que “respiran” juntos, mientras que sus arcos y figuras en el espacio son precisas y gráciles en lo técnico, además agregan poesía a su danza; ambos fueron -aunque suene contradictorio-, una sólida unidad, que fue ovacionada largamente por los asistentes.

Cristopher Montenegro, como Hilarión fue un viril y resuelto muchacho campesino, que lucha por su enamorada, para luego caer en la desesperación y la ira al contemplar el derrumbe de Giselle, luego le veremos desolado llegando hasta la tumba de su amada, hasta que sus amigos le van a buscar, este es otro giro de la versión de Ortigoza; su reconocido valor como bailarín le hizo triunfar ampliamente.

Giselle (Katherine Rodríguez) intercede por Albrecht (Emmanuel Vásquez) ante Mirtha la reina de las Willis (Mariselba Silva), mientras las Willis se aprestan a expulsar a Albrecht. foto Patricio

Mirtha, la reina de las Willis, fue encarnado por Mariselba Silva, con muy buen derroche técnico, asumiendo a su personaje que le exige, ser hierática en el poder que ejerce sobre las doncellas-almas, y en particular sobre Giselle que quiere defender a Albrecht, del acoso de esta y sus doncellas, que tratan de matarlo.

El cuerpo femenino en este cuadro blanco, mostró disciplina técnica y espíritu de cuerpo, además de sensibilidad atemporal. En el primer acto, el cuerpo de baile fue muy sólido en los grandes despliegues, y con estupenda respuesta en aquellas secciones de grupos más pequeños, siendo importante que en todo momento se les vio involucrados en el desarrollo dramático.

Albrecht es abatido por Mirtha y las Willis, mientras Giselle esquiva la escena.              foto Patricio Melo

Debemos hacer mención al Pas Paysan, lo bailaron con una prestancia que les augura gran futuro, por Noelia Sánchez y Gustavo Echevarría, mostrando talento y personalidad, tanto en sus solos como en sus dúos.

Una función que nos reencuentra con una de las mejores compañías del continente, el Ballet de Santiago, dirigido por Luis Ortigoza, compañía que cuenta con una legión de fanáticos que se regocija, con éxitos como el presenciado en esta oportunidad, y que satisfizo todas las expectativas que habían creado sobre Giselle.

Una vez que veamos los dos elencos restantes, haremos el comentario de su desempeño.

Gilberto Ponce. (CCA)

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LA BOHEME DE GIACOMO PUCCINI.

LA BOHEME DE GIACOMO PUCCINI EN EL MUNICIPAL. (ELENCOS 1 y 2)

Lentamente nuestro Teatro Municipal, está volviendo a la normalidad, a la Temporada de Conciertos se agrega ahora la Ópera; el Ballet de Santiago, también lo ha venido realizando, y como corolario de esta vuelta a la normalidad, llegó otra noticia alentadora, un porcentaje importante del público, es nuevo, personas que están incursionando por primera vez en el mágico entorno del hermoso recinto.

Carmen Gloria Larenas, su Directora General ha conducido con inteligente firmeza este renacer, luego de los avatares de la pandemia, empresa nada de fácil, el mundo artístico nunca lo ha sido, pero la voluntad de la dirección del teatro y el entusiasmo del público, al parecer están dando sus frutos.

Solo tres óperas se presentarán este año, dos en formato de concierto y la tercera con puesta en escena, en diciembre del año pasado, se presentó Don Giovanni de Mozart, en una sorprendente producción semi escenificada, que logró justificado éxito, pero ahora se anunció el formato de concierto, solo con conducción dramática en los cantantes.

Pedro Pablo Prudencio, dirigiendo al elenco 2 de La Boheme. foto Patricio Melo

A pesar de alejarse del espectáculo, que es en sí la ópera, el público acudió para encontrarse con una de las óperas más queridas, La Boheme de Giacomo Puccini, y no quedó defraudado, por el alto resultado de ambos elencos.

Otro aspecto de interés, fue el hecho que los cantantes principales fueron jóvenes voces emergentes en la lírica, ganadores de varios de los concursos más prestigiosos, apreciándose en cada uno de ellos sus propias características vocales, actorales y de personalidad, lo que nos permite acercarnos al futuro de una pléyade de cantantes que ya cosechan sus primeros triunfan en este difícil arte.

Con seguridad, muchos de los chilenos que incursionan en el extranjero volverán a mostrar sus progresos, entre ellos esperamos poder escuchar al notable tenor chileno-estadounidense, nacido en Castro (Chiloé) Jonathan Tetelman, quien está cantando con las solistas más afamadas y en los escenarios más exigentes, con enorme éxito.

Mimi (Alexandra Razskasoff) y Rodolfo (Iván Ayón-Rivas) foto Patricio Melo

En esta oportunidad, un abanico de extranjeros se mezcla con cantantes nacionales, en un todo que hace pensar, que nuestro país está produciendo cantantes de gran nivel artístico, lográndose de esta forma elencos homogéneos, sin pretender hacerlos competir, pues se trata simplemente de cantantes diferentes; por ello, valoramos el hecho que la producción cuente con elencos 1 y 2, desapareciendo la categoría, “internacional”, “nacional”, dando cuenta de algo de gran valor, el nivel de los cantantes nacionales ha elevado significativamente su calidad.

La Boheme cuenta con escenas íntimas, que permiten resolver de mejor manera los movimientos actorales, los que recibieron precisas instrucciones de Fabiola Matte, logrando convencer tanto en lo trágico como en lo lúdico. Sin duda que el segundo acto, en las afueras del Café Momus, en el que participa una gran cantidad de solistas, coro adulto y coro de niños y figurantes, pueda haber existido más alguna duda o confusión, en aquellos que veían por primera vez La Boheme. No obstante creemos que la solución de Matte, fue muy eficaz.

Rodolfo (Jorge Puerta), Colline (Pablo Santa Cruz), Schaunard (Sergio Gallardo) y Marcelo (Patricio Sabaté) se burlan de Benoit (Cristián Lorca) foto Patricio Melo

La ubicación de la orquesta, permite escuchar sutilezas instrumentales, que muchas veces se pierden en el foso, a la vez que se aprecia aún más la genialidad como orquestador de Puccini. El rendimiento de la Filarmónica de Santiago fue del más alto nivel, con ambos directores, Roberto Rizzi-Brignoli y Pedro Pablo Prudencio, quienes lograron estupendos resultados dramáticos, con sus respectivos elencos, dando cuenta de su solidez musical y profesional, mientras ambos respondían a sus improntas personales, que se plasmaron en algunas diferencias de énfasis en sus enfoques dramáticos, siempre con la mayor calidad. Las ovaciones que los dos directores recibieron al final de parte del público fueron en extremo justificadas.

El Coro del Teatro Municipal, dirigido por Jorge Klastornick, gozoso de volver a la ópera, mostró sus mejores atributos vocales e histriónicos, en el la escena del Café Momus.

Mimi (Alexandra Razskasoff), Rodolfo (Iván Ayón-Rivas), Marcelo (Javier Weibel) y Musetta (Annya Pinto) y el Coro del Teatro Municipal en la escena del Café Momus. foto Patricio Melo

Elenco 1

La soprano estadounidense Alexandra Razskasoff, quien ha ganado o ha sido finalista en importantes concursos fue la encargada del rol de Mimi, ella es poseedora de una voz que corre con facilidad en todo su registro, tiene un hermoso timbre, sin problemas de tesitura y con una línea de canto expresiva que logra conmover en las escenas más dramáticas; al parecer al comienzo estaba un poco nerviosa, pues en los actos 3 y 4 fue simplemente arrolladora vocal y dramáticamente.

El tenor peruano Iván Ayón-Rivas, que es otro de los cantantes emergentes, que se está abriendo camino a través de los concursos líricos, en los cuales ha cosechado significativos triunfos, fue Rodolfo. En él se conjugan varios valores, destacando su hermoso timbre, de agudos muy fáciles, pero lo que más llama la atención es su gran expresividad al cantar, viviendo cada frase, y si a eso le agregamos su natural capacidad de actor, estamos frente a un tenor que creemos, llegará a obtener resonantes triunfos.

Mimi (Yunuet Laguna), Rodolfo (Jorge Puerta), Marcelo (Patricio Sabaté), Musetta (Vanessa Rojas), Colline (Pablo Santa Cruz), Schaunard (Sergio Gallardo) y los Coros adulto y de niños, en la escena del Café Momus. foto Patricio Melo

En los dos primeros actos, su registro medio no tuvo el poderío de los actos finales, sin duda los nervios del estreno pudieron jugarle en contra, algo que desapareció posteriormente, para dar paso a un notable cantante y actor, que conmovió profundamente en las escena finales.

Marcelo, uno de los amigos de Rodolfo, lo encarnó el barítono chileno Javier Weibel, quien con su amplia experiencia, conquistó plenamente a los asistentes tanto con su bella voz, como por la naturalidad de su actuación, como el enamorado de la inconstante Musetta, que le hace transitar por los más diversos estados emocionales, todos particularmente creíbles.

Lábil es el personaje de Musetta, sus caprichos no solo vuelve loco a Marcelo, también lo hace con sus amantes ocasionales, lo cantó la soprano chilena Annya Pinto, quien ya está desarrollando carrera en el extranjero, con bella voz y desplante como actriz, consiguió gran éxito.

Schaunard, otro de los bohemios, fue cantado y actuado con gran carácter, por el barítono cubano Eleomar Cuello.

Colline, el filósofo lo asumió con propiedad Jaime Moncada. Francisco Salgado perfiló con prestancia a Benoit y Alcindoro; el resto de los comprimarios fueron Gonzalo Quinchahual, Diego Álvarez y Franco Oportus, de profesional desempeño.

Elenco 2

La soprano mexicana Yunuet Laguna, quien ya está cosechando importantes éxitos en grandes teatro, debutó en Chile y Latinoamérica en el rol de Mimi, ella posee una bellísima voz, que maneja en forma muy expresiva, un gran volumen, que expone generosamente, en algunos momentos tal vez algo excesivo, pero su convicción como actriz y expresividad en su canto, la convirtieron en una gran triunfadora. Conmovedor fue su acto final.

Colline (Jaime Moncada), Marcelo (Javier Weibel), Rodolfo (Iván Ayón.Rivas), Schaunard (Eleomar Cuello), se burlan de Benoit (Francisco Salgado) foto Patricio Melo

El tenor venezolano Jorge Puerta, quien está cosechando sus primeros triunfos internacionales, fue Rodolfo, él tiene una hermosa voz, de timbre parejo en su tesitura, con sólidos agudos, además se amalgama muy bien con el resto del elenco, no obstante estos valores, creemos que debe desarrollar mejor el aspecto dramático de su actuación, particularmente en las escenas serias, pues sin duda, al menos en esta oportunidad, fue mejor como comediante.

Patricio Sabaté, uno de nuestros grandes barítonos, quien no solo destaca en la ópera, pues triunfa además en el lied, oratorio, cantata y música contemporánea, mostró una vez más sus indudables dotes de actor, al asumir el papel de Marcelo, con su acostumbrada calidad como cantante, en sus desventuras con la casquivana Musetta.

Marcelo (Patricio Sabaté), Mimi (Yunuet Laguna), Colline (Pablo Santa Cruz), Rodolfo (Jorge Puerta), y Schaunard (Sergio Gallardo), atrás y delante de ellos Parpignol (Gonzalo Quinchahual) y los Coros. En primer plano la Filarmónica de Santiago. foto Patricio Melo

Con gran presencia escénica Vanessa Rojas, entregó una desenfadada Musetta, brillante estuvo en la escena del Café Momus, volviendo locos a Marcelo y a Alcindoro, su aria fue sensual y provocativa a la vez que graciosa y con hermosa voz.

La amplia experiencia de Sergio Gallardo, le hizo triunfar como Schaunard. Mientras que Pablo Santa Cruz asumió con gran propiedad a Colline, su aria del último acto, fue particularmente emotiva.

Cristián Lorca, asumió profesionalmente sus roles de Benoit y Alcindoro. Mientras que el resto de los personajes los asumieron los mismos cantantes mencionados en el elenco 1.

Mimi (Alexandra Razskasoff), Rodolfo (Iván Ayón-Rivas), Marcelo (Javier Weibel) Schaunard (Eleomar Cuello), Colline (Jaime Moncada) y Musetta (Annya Pinto) en la escena del Café Momus. foto Patricio Melo

Dos funciones con dos elencos que arrebataron de entusiasmo al público, que no dejaba de aplaudir, para reconocer el notable trabajo de cada uno de los participantes (orquesta, solistas, coro adulto y de niños; el notable Coro Mawünko de Cecilia Barrientos) , en la interesante propuesta que ofreció el Teatro Municipal de Santiago.

Gilberto Ponce. (CCA)

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ORQUESTA SINFÓNICA DE LA UNIVERSIDAD MAYOR

                                       UN EVENTO EXTRAORDINARIO.

En medio de la tensa situación que vive el país, que tiene a muchas personas abatidas por el pesimismo, con pocas señales que predigan certezas esperanzadoras, nos correspondió asistir a un concierto de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Mayor, en el Teatro Municipal de Las Condes, que fue de tal calidad, que como bien dijo alguien: esto es como para pensar, que el futuro no es tan negro como lo pintan.

El director Sebastián Espinoza, entra al escenario junto a la Orquesta de la Universidad Mayor. foto fundación TMLC

La orquesta está conformada por un sólido conjunto de jóvenes, que provienen del Conservatorio de la Universidad Mayor, que siguiendo la senda de las FOJI,  (Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles) la creación de ese visionario que fue Fernando Rosas, y que a lo largo de los años, ha cambiado la vida de muchos jóvenes de ambos sexos, tanto como las de sus familias; algo que sin duda, también ocurre con estos jóvenes del Conservatorio de la U. Mayor.

La presentación, fue una muestra cabal de la seriedad del proyecto, que está produciendo músicos sólidamente formados en la técnica instrumental, fomentando su musicalidad, y lo más importante encauzándolos en la seriedad de su trabajo, produciendo resultados como los escuchados en su presentación, los que con justa razón enardecieron de entusiasmo al público que tuvo el privilegio de escucharlos.

La Orquesta interpretando su versión de la obertura de Wagner. foto fund. TMLC

Para la universidad y su Conservatorio, esta orquesta debe ser un orgullo, y deja en claro la seriedad de un proyecto universitario, que aspira a la excelencia en todas las áreas, dejando atrás aquellas opiniones que miran con cierto desdén, los proyectos privados, que muchas veces con gran calidad, se vuelcan hacia la comunidad.

La Orquesta nace el 2009 como Orquesta de Cámara de la U. Mayor, iniciando labores de extensión, para posteriormente ampliarse hasta convertirse en la sorprendente Orquesta Sinfónica que es hoy, durante su desarrollo además de conciertos, han realizado giras y actividades didácticas de difusión.

La pianista Beatrice Berthold, interpretando las Variaciones de Chopin. foto F. TMLC

Sebastián Espinoza es su director desde el 2017, se trata de un talentoso joven, que ha absorbido inteligentemente, no solo su formación en la UC como alumno de contrabajo, pues sus diversas experiencias internacionales, que le han permitido trabajar con grandes maestros, le otorgan un plus a su innegable talento. Posee un gesto claro, que encuentra en sus músicos siempre una respuesta alerta, tanto en sus indicaciones de tempo, como en dinámica, notable es su manejo de los rubatto y los cambios de velocidad.

Otro aspecto que destacamos, es su cabal conocimiento del repertorio al que asistimos, sin vacilaciones ante su propósito, con un manejo ejemplar en la conducción de sus atentos músicos. Quisiéramos destacar al Concertino, un musical y dotado violinista de solo 16 años, como podemos apreciar, estamos ante uno de los conjuntos más prometedores en el campo musical.

Cada una de las familias, responde con el mayor profesionalismo, bello sonido y musicalidad, que hace que olvidemos que se trata de un conjunto juvenil universitario.

Beatrice Berthold, agradece luego de su estupenda interpretación de las Variaciones de    Chopin. foto F.TMLC

El programa consultó tres obras de gran exigencia, la Obertura de la ópera Los Maestros Cantores de Richard Wagner, las Variaciones sobre “La ci darem la mano” para piano y orquesta de Frederic Chopin, escrita sobre un dúo de la ópera Don Giovanni de Mozart y la Sinfonía Nº 8 de Antonin Dvorak.

La Obertura de Wagner, recibió una muy buena versión, no solo en el carácter, también lo fue en manejo dinámico, con ajustados contrastes dinámicos, en ella cada familia instrumental respondió de gran manera, las cuerdas con bello sonido y musicalidad, las maderas estupendas en sonido y en manejo de contrastes dinámicos y articulaciones, los bronces sorprendentemente sólidos en afinación y bello sonido, tal como también lo fueron las percusiones.

Seguidamente la destacada pianista alemana Beatrice Berthold, de gran trayectoria internacional y de fructífero trabajo en nuestro país, tanto como solista y docente en la Universidad Mayor, interpretó las Variaciones sobre “La ci darem la mano” de Chopin.

En ellas dio cuenta no solo de una gran técnica pianística, pues entregó toda su musicalidad al servicio de la partitura, no solo en las partes de bravura, ya que fue exquisita en las partes líricas; el acompañamiento Espinoza y la orquesta, fue muy ajustado al carácter que le impuso la solista, pues la batuta mantuvo un balance perfecto entre la solista y la orquesta, siguiendo además todas las ambigüedades rítmicas y dinámicas exigidas por Chopin.

La estupenda versión, arrancó ovaciones que obligaron a Beatrice Berthold a entregar como encore, un Vals del mismo Chopin.

Otro momento de la Obertura de Wagner. foto F. TMLC

El concierto finalizó brillantemente con la Sinfonía N.º 8 en Sol mayor de Antonin Dvorak, en la que el director consiguió una gran unidad de carácter y estilo en sus cuatro movimientos, con claridad de conceptos en cada uno de ellos, solucionando musical y certeramente los incesantes cambios de pulso y ritmo que existen, además de plantear precisos contrastes dinámicos.

El primer movimiento Allegro con brío, mostró sonido sólido y hermoso, particularmente en el “solo” de los chelos, al tiempo que los bronces fueron brillantes en su desempeño.

El segundo, que está marcado Adagio, pero que en verdad es más un Andante expresivo, dio cuenta de la belleza del sonido de las cuerdas en la introducción, antes de los diálogos de entre maderas, bronces y cuerdas, en un ensamblaje de impecables fraseos, debemos mencionar la hermosura del sonido de la flauta y oboe, que se complementa con el solo excelente del concertino, en el desarrollo predominó la expresividad.

Sebastián Espinoza, dirigiendo la Sinfonía de Dvorak. foto F. TMLC

Las cuerdas jugaron con elegancia en el Allegretto grazioso, que es el tercer movimiento, el resto de las familias complementó con eficaces diálogos el desarrollo de esta parte.

La fanfarria que da inicio al cuarto Allegro ma no troppo, mostró el poderoso sonido de las trompetas, antes de la entrada de los chelos (magníficos) que anuncian el desarrollo donde la orquesta ratificó todos los valores que hemos enunciado antes.

Las ovaciones del público que repletaba el Teatro Municipal de Las Condes, donde se desarrolló el concierto, fueron el justo tributo para este sólido conjunto de jóvenes que conforman la Orquesta Sinfónica de la Universidad Mayor, que sin duda llegarán a convertirse en un nuevo referente musical, de continuar el serio trabajo que han realizado hasta el momento, bajo la dirección de Sebastián Espinoza.

Gilberto Ponce (CCA)

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ROMÁNTICOS EN LA FILARMÓNICA.

             PROGRAMA ROMÁNTICO EN LA FILARMÓNICA.

Bajo la dirección de Roberto Rizzi-Brignoli, la Orquesta Filarmónica de Santiago ofreció como parte de su Temporada 2022 un programa dedicado al repertorio romántico, evento que permitió a su director mostrar su acercamiento certero a este tipo de programa.

Del mismo modo, al ser este concierto solo para orquesta, permitió al conjunto dar cuenta de muchos de los valores que la distinguen, entre otros; la fortaleza y musicalidad de sus familias instrumentales, así como la categoría de aquellos músicos a los que les cabe fragmentos a solo, tanto como del profesionalismo de cada instrumentista, pero por sobre todo la musicalidad, belleza sonora y estupenda afinación del conjunto.

Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar, que el público gozó cada una de las obras, al premiar con entusiastas y largos aplausos el total del programa.

La Obertura de la ópera “El cazador furtivo” de Carl Maria von Weber, que dio inicio al programa, ya mostró la solidez del conjunto, pues no se trata de una pieza menor, ya que a la manera wagneriana, nos muestra parte del material que se escuchará posteriormente, el que nos conduce al mundo mágico y misterioso, a la vez que popular que impregna la obra, representando tan bien el espíritu de lo romántico alemán. Ya desde la sombría y sugerente introducción, tanto como en su desarrollo percibimos los contrastes que marcan el mundo real y el fantástico, para culminar posteriormente en su jubiloso final, que consiguió los primeros grandes aplausos de la noche. Rizzi-Brignoli acertó plenamente al espíritu de esta obertura.

          Roberto Rizzi-Brignoli dirigiendo a la Filarmónica. foto Patricio Melo

Seguidamente se pudo escuchar una muy buena versión de la Sinfonía Nº 4 en La mayor de Félix Mendelssohn, inspirada en las impresiones provocadas al autor, luego de una visita a Italia, obra que no pretende describir cuestiones concretas, como paisajes o acciones, más bien se trata de una captura del carácter de los habitantes de la península, razón por la que la obra se la conoce como; “la italiana”.

En forma vibrante, casi exultante en carácter fue su inicio, para luego en su desarrollo encontrar algunas alusiones descriptivas, logradas mediante precisos contrastes dinámicos, no obstante en las finísimas filigranas, frecuentes en las obras de Mendelssohn, se pudo observar leves desajuste, que no empañaron el resultado final.

Tal vez el mayor logro de la versión, lo encontramos en el sereno y casi misterioso segundo movimiento, en el que se estaría aludiendo a una procesión religiosa, aquí la batuta consiguió magia en la sutiles sugerencias, en ese ostinato de las cuerdas que se oponen al canto de las maderas.

En el tercero, destacó el fraseo de las secciones iniciales y conclusivas, mientras que en el “trío”, el diálogo de los cornos y las cuerdas, que dio paso a la brillante conclusión.

El “saltarello”, que exige gran virtuosismo de los músicos, fue resuelto brillantemente, mencionaremos los diálogos y fraseos instrumentales de enorme precisión y carácter. La ovación del público respondió a las virtudes de la versión.

  El director y parte de la orquesta en otro momento del concierto. foto Patricio Melo

Se dice que a Johannes Brahms le costó bastante iniciar la composición de su Primera sinfonía en Do menor; la razón, Brahms decía que para hacerlo debía superar el trabajo de Beethoven con su sinfonía coral, tanta era su admiración, que lo haría solo cuando encontrara algo que no fuera copia, sino que continuara el camino abierto por el genio de Bonn.

En verdad, cuando se estrenó la obra, Brahms demostró que si era un continuador del legado beethoveniano, al parecer sus contemporáneos pensaron lo mismo, razón por la que la sinfonía fue recibida con admiración; creemos que en esta ocasión la dirección de Roberto Rizzi-Brignoli, acertó plenamente en el carácter y enfoque de la partitura, si consideramos el profundo sentido romántico que impuso a su versión, pues tanto lo poderoso como lo sutil dialogaron permanentemente en la interpretación.

Ya desde la poderosa y solemne introducción del primer movimiento, acentuada por la musicalidad de le estupenda timbalista, quedó claro el destino de la versión del talentoso director italiano, donde primó una acentuación del carácter de tintes graves, incluso en el desarrollo marcado en el “allegro”, donde percibimos inteligentes fraseos en los diversos diálogos que lo componen, logrando un continuo coherente en el carácter que le imprimió. En este logro cada uno de los integrantes de la Filarmónica evidenció una entrega ejemplar.

El Andante sostenuto, que sigue destacó por la musicalidad a ratos íntima que logró la orquesta, con un notable desempeño del oboe, que da inicio a una espléndida participación de las maderas en su juego de fraseos con las cuerdas, que mostraron bellísimo sonido. No podemos dejar de mencionar el sonido musical del corno solista.

             Otro momento de Románticos Filarmónicos. foto Patricio Melo

El tercer movimiento “Un poco allegretto e grazioso”, mostró un alto rendimiento de las maderas, así como estupendas progresiones dinámicas y expresivas en el desarrollo, envueltas en un hermoso sonido de todo el conjunto.

El cuarto que transcurre en diversos caracteres, que responden a “Adagio; piú andante; allegro non troppo; piú allegro”, fue sin duda un logro absoluto, desde la introducción hasta los pizzicato de las cuerdas que conducen al tutti, todo en una progresión dramática que concluye en esa paz del solo de trombón, con el eco de las maderas antes del bellísimo andante, luego vino la nobleza del emblemático canto de las cuerdas, que calificamos de exquisito, para finalizar con la apoteosis de la sección final, en la que cada músico puso lo mejor de sí, para conseguir un resultado que enardeció a los asistentes, que no se cansaban de aplaudir la magnífica versión de la Filarmónica dirigida por Roberto Rizzi-Brignoli.

Gilberto Ponce. (CCA)

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ALEJANDRA URRUTIA Y LA SINFÓNICA.

SINFÓNICA SABATINA CON ALEJANDRA URRUTIA.

Una noticia que sin duda alegró a los melómanos, fue el que la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, retomara sus temporadas, pues hasta el momento, sus actuaciones habían sido esporádicas, a veces en el Baquedano o en otros escenarios. Sin duda alguna, este fue tal vez el conjunto más afectado por el “estallido social”, y luego por los desórdenes de los viernes en Plaza Italia, todo sin considerar la pandemia, es resumen, la Sinfónica se vio impedida de realizar sus temporadas habituales en su sede del Teatro Baquedano.

El lugar donde se emplaza el Teatro de la Universidad de Chile, luego de ser óptimo pasó a pesadilla, convirtiéndose en una verdadera maldición, tanto para los conjuntos (orquesta, ballet y coros). como para el público que incondicionalmente asistía a sus funciones de viernes y sábados. Para salvar los inconvenientes se realizaron funciones de la orquesta los sábados a las 13:00 horas, hora muy inconveniente para mucho público, no obstante siempre a pesar del aforo restringido, llegaba una cantidad de público que debía ingresar casi clandestínamente por un costado del teatro.

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La directora Alejandra Urrutia, miembros de la Sonfónica y la Camerata Vocal, interpretando la obra de Zelenka. foto ceac

Ahora por fin, se anuncia una temporada de varios sábados a las 17:00 horas, y con ingreso por la entrada principal, hecho que causó enorme alegría en el público que llegó al recinto, para volver a escuchar a la sinfónica, en un halo de normalidad.

Asistimos al segundo de la serie, que dirigió la talentosa directora Alejandra Urrutia, en un programa que consultó dos obras; una obra barroca con orquesta y voces, y una sinfonía como plato de fondo.

Primeramente la orquesta y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, que dirige Juan Pablo Villarroel abordaron el Miserere del compositor barroco checo Jan Dismas Zelenka, escrita para coro, soprano solista, cuerdas, dos oboes, fagot y continuo, autor que desarrolló la parte más importante de su carrera en Alemania; de hecho fue muy admirado por J. S. Bach, de quien fue contemporáneo, su obra en general recoge influencias de sus maestros y de otros contemporáneos, como Antonio Vivaldi a quien admiraba mucho.

Muy justificado, fue el estreno del Miserere en Do menor, de Zelenka, obra que no solo es interesante, pues además es bastante hermosa. Pero hubo un hecho que llamó bastante la atención, pues la Camerata Vocal, que cuenta con 16 integrantes, y cuyo rendimiento vocal, es normalmente muy satisfactorio cuando canta con orquesta, en esta oportunidad, sus voces se escucharon muy disminuidas frente a los instrumentos, no sabemos si debido a la ubicación en el escenario, casi como parte de la orquesta, y no en las usuales tarimas, o por otra razón.

Bien sabemos que este conjunto profesional, es uno de los más solventes en nuestro medio, cuenta con bellas, poderosas y musicales voces, las que lamentablemente en esta oportunidad no pudieron rendir de acuerdo a sus pergaminos.

El enfoque de Alejandra Urrutia, fue bastante blando en general, es así que las articulaciones se desdibujaron y los fraseos fueron en general confusos, como en el primer coro, asimismo en el aria de la soprano, cuyo nombre desconocemos, y que la cantó con seguridad y hermosa voz, el acompañamiento fuese tan ambiguo, que se perdió el contraste que plantea el autor entre solista y orquesta. En otro aspecto, los contrastes tan importantes en la música del barroco, prácticamente no existieron. No sabemos si faltaron ensayos para obtener en general, un resultado más adecuado.

La directora Alejandra Urrutia, el director de la Camerata Vocal Juan Pablo Villarroel y todos los intérpretes, agradecen los aplausos del público, foto ceac

Seguidamente se escuchó la Sinfonía en Re menor de Cesar Franck, sin duda la obra más reconocida de su autor, cuyo estreno fue a fines del siglo XIX, y que un lenguaje algo ecléctico rinde homenaje al romanticismo alemán, con algunos tintes wagnerianos, y por último hasta se encuentran alusiones a los románticos franceses.

En la obra existen varios temas recurrentes, que incluso se repiten en alguno de sus tres movimientos, factor que le otorga un interés particular, pues estas apariciones, presentan variaciones de dinámica o carácter.

Hemos presenciado otras presentaciones de Alejandra Urrutia, en las que ha mostrado gran afinidad con el repertorio, por ello y sin desconocer sus indudables y abundantes méritos musicales, creemos que este repertorio no le es tan afín. En el caso de la sinfonía de Franck, hubo estupendos momentos, con otros más débiles, los músicos de la sinfónica intentaron responder de la mejor forma, los requerimientos de la batuta, no obstante ello, se sucedieron algunos desajustes menores, y poca claridad en el carácter que pretendía la directora.

Todo el inicio desde la lenta introducción y posterior allegro, fue corajudo en carácter, muy de acuerdo a lo que pide la partitura, el desarrollo fue más difuso. El segundo movimiento, se constituyó en lo mejor de la presentación, con ese canto que va pasando por diversas maderas, de notable desempeño, con el acompañamiento en pizzicato de las cuerdas, que es uno de los momentos entrañables de la sinfonía.

El tercero y final, se caracterizó por un comienzo más bien débil en carácter, mejorando bastante en su desarrollo, donde se apreció un buen manejo de contrastes, pero con balance sonoro no siempre adecuado, como contrapartida las secciones de clímax, encontraron a la directora Alejandra Urrutia y a la orquesta, con la fuerza que requería el autor, para esos momentos.

En síntesis un concierto con grandes aciertos, al tiempo que mostró debilidades, que impidieron a la batuta mostrar toda su potencialidad.

La directora Alejandra Urrutia y la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, agradecen los aplausos del público asistente, luego de interpretar la Sinfonía de Franck. foto ceac

Gilberto Ponce (CCA)

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UN RÉQUIEM ALEMÁN DE BRAHMS.

                             UN RÉQUIEM ALEMÁN EN EL MUNICIPAL.

Cuando hablamos del Réquiem Alemán de Johannes Brahms, nos referimos a una de las obras más importantes de la música sinfónico-coral de todos los tiempos, obra que antes de su versión definitiva, fue objeto por parte de su autor, de varias modificaciones.

La muerte de su madre fue el factor gatillante de la partitura, en el, Brahms da cauce a un sinnúmero de sentimientos y emociones, utilizando textos bíblicos, aquellos que, según su autor resumían mejor el dolor y la esperanza, frente al fenómeno definitivo que es la muerte, todo en un cúmulo de sentimientos que atraviesan toda la obra.

Al revés de otros réquiem, Brahms no utiliza el texto latino, y no pretende seguir el orden litúrgico tradicional, es así que, la obra se acerca más a la liturgia luterano-protestante, poniendo énfasis en que cada texto tenga la mejor traducción en música, empeño donde logra sin duda alguna cimas expresivas.

El director Pedro Pablo Prudencio, la Filarmónica de Santiago y el Coro del Teatro Municipal, interpretando el primer número del Réquiem de Brahms. foto Patricio Melo

Las siete partes en que se divide, muestran en toda su magnitud la genialidad de su autor, al crear una obra donde cada parte vocal como instrumental, está íntimamente unida con el resto; la orquesta, coro y solistas constituyen un todo a la manera polifónica, pues aquí la orquesta no es la base del resto, es parte de ese todo.

Brahms, en su intento, de reflejar en la música los textos escogidos, utiliza todos los recursos musicales conque podía contar, y en el ámbito rítmico, intercala tanto los tradicionales “cuartos”, como los menos frecuentes “medios”, en las marcas de los compases, a manera de ejemplo; se mezclan 3/4 con 3/2, los que a veces son intempestivos, este recurso le permite una cierta ambigüedad de ritmo o pulso en algunas frases o fragmentos, lo que aumenta la expresividad.

Los solistas, son exigidos de forma contundente tanto en tesitura como en expresividad, y aunque sus partes no son de gran extensión, son codiciados en razón de la belleza de las mismas.

Creemos que el director Pedro Pablo Prudencio, logró un certero enfoque de la obra, cuidando especialmente la expresividad, consiguiendo del coro algunos interesantes y novedosos fraseos, que acentuaron algunas frases, los que fueron más evidentes en los números 1, 3 y 6.

El director Pedro Pablo Prudencio, dirigiendo el Réquiem, foto Patricio Melo

Condujo en forma unitaria, en un continuo desde el generalmente sereno y reflexivo primer número, hasta su conclusión en el séptimo de similar factura, haremos una breve síntesis de nuestras percepciones, de una versión que creemos del más alto nivel.

Comenzando por la sensible expresividad del primero; “Selig sind, die da Leid tragen” (Bienaventurados los que sufren), luego el sentido profundo de la primera sección y la fuerza de la fuga posterior de; “Denn alles Fleisch, es ist wie Grass” (Pues toda carne es como la yerba). “Herr lehre doch mich” (Señor, revélame), la tercera parte que incluye en la primera sección la participación de un barítono, se enfatizó el sentido del diálogo solista con el coro marcando un profundo sentido expectante que desemboca en esa efusión del coro, en sus tresillos ascendentes que concluyen en la extensa y compleja fuga para el coro, con esa suerte de pedal en las cuerdas bajas.

Un remanso en las tensiones planteadas en las otras secciones, lo constituye la cuarta parte; “Wie lieblich sind deine Wohnungen” (Qué amables son tus moradas), que según nuestra percepción, fue tomada demasiado rápida en la primera sección, no obstante con gran musicalidad, la sección central contrastante, tuvo el vigor preciso.

La quinta parte; “Ihr habt nun Traurigkeit” (Ahora estáis afligidos) que incluye el bello solo de soprano con coro en pianissimo, tuvo toda sensibilidad necesaria.

“Denn wir haben hie keine bleibende Statt” (Pues, no tenemos en la tierra una morada permanente), la sexta parte, en la que el barítono comparte con el coro en la primera sección, mostró un diálogo casi incisivo entre solista y coro, acentuando el sentido de los textos, luego con gran dramatismo viene la sección donde el coro interpela a la muerte; dónde está tu aguijón, dónde está tu victoria? uno de los tantos triunfos expresivos de la jornada, que concluye con la sección fugada hasta llegar al clímax musical que cierra poderosamente esta parte.

La serena reflexión llega una vez más en el número final; “Selig sind die Toten” (Bienaventurados los muertos) presentado con el carácter preciso según los textos en una fusión coro orquesta, a momentos entrañable, luego del último acorde Prudencio se tomó un tiempo solemne, antes de bajar los brazos, iniciándose una interminable ovación de los presentes.

Los solistas Ramiro Maturana, barítono y Vanessa Rojas, soprano. foto Patricio Melo

La Filarmónica de Santiago, cumplió una destacada participación, con hermoso sonido y musicalidad, destacando algunos instrumentos que tienen momentos destacados en el imbricado todo.

El Coro del Teatro Municipal que dirige Jorge Klastornick lo hizo con la musicalidad acostumbrada, con timbradas voces; solo podríamos señalar dos aspectos a considerar, el primero, creemos que debieron participar más voces, no por volumen, sino por peso sonoro; el entramado instrumental y vocal lo merecían para llegar a lo óptimo. El segundo aspecto, pensamos que la ubicación del coro, muy atrás en el escenario y la distancia que media entre cada corista, conspira en contra de la precisión en los momentos de cambio de pulso o tempo, por lo que existieron algunos momentos de cierta fragilidad en ese sentido. En todo caso, estas consideraciones en nada opacan el brillante resultado final.

Los solistas fueron la joven soprano Vanessa Rojas y el barítono Ramiro Maturana, quien luego de un importante y notable trabajo en Chile se encuentra trabajando en la Scala de Milán.

La joven y hermosa soprano, posee una bella voz y limpia línea de canto, no obstante creemos que debe trabajar mucho más la expresividad, particularmente en este tipo de repertorio, porque posee talento que la puede encumbrar en su campo.

Ramiro Maturana, en sus dos intervenciones, dio cuenta una vez más de su notable talento, a su bello material vocal, agrega muy buena fonética, prestancia y musicalidad, con las que consigue gran expresividad, que le permiten triunfar ampliamente.

Las largas y entusiastas ovaciones del público asistente, dieron cuenta del impacto provocado en el público.

Todos los intérpretes agradecen las ovaciones del público, la Filarmónica en primer plano, más atrás, Vanessa Rojas, Ramiro Maturana, Jorge Klastornick, dir, del Coro y Pedro Pablo Prudencio, al fondo el Coro del Teatro Municipal. foto Patricio Melo.

En la primera parte se escuchó “Cantus in memoriam Benjamin Britten” de Arvo Pärt, para cuerdas y campana en ostinato. Se trató de una estupenda versión, que cautivó al público desde el primer tañido en pianissimo de la campana tubular, que se repite en crescendo varias veces hasta la entrada de las cuerdas que desarrollan un esquema de carácter canónico, en el que algunos fragmentos se tocan en “aumentación”, esto es duplicando el valor de las notas originales, mientras que algunas de las nuevas apariciones del tema central se presentan en octavas. Todo este material se interpreta haciendo uso de todo tipo de contrates dinámicos, que le dan gran atractivo a la obra, dentro del minimalismo que ostenta, la breve partitura fue recibida con gran entusiasmo por el público, debido al notable trabajo de Pedro Pablo Prudencio y la Filarmónica de Santiago.

Un concierto que sin duda será recordado por largo tiempo.

Gilberto Ponce. (CCA)

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RÉQUIEM DE VERDI EN EL MUNICIPAL.

                           

                              CONMOVEDOR RÉQUIEM DE VERDI.

Una jornada memorable se vivió el sábado 5 de marzo en el Teatro Municipal de Santiago, con la interpretación del monumental Réquiem de Giuseppe Verdi, a cargo de la Orquesta Filarmónica de Santiago, El Coro del Teatro Municipal y un cuarteto de distinguidos solistas.

Bizantinas resultan las discusiones, sobre si se trata o no, de una obra puramente religiosa, o de una ópera disfrazada, críticas que surgieron justo después del estreno, cuando algunos arrugaron el ceño frente a su carácter de gran teatralidad; Giuseppina Strepponi soprano y esposa de Verdi, salió al paso de esas opiniones, con un tajante; “no pretendan que Verdi escriba diferente a lo que su corazón le dicta”, el autor es honesto a su lenguaje, vital en cualquier creación artística, por ello es que, ese tipo de discusiones casi ha desaparecido.

Lo que sí está fuera del cualquier discusión, es que se trata de una de las obras claves de la Historia de la Música y una de las grandes obras maestras del Arte de todos los tiempos.

            El Director Roberto Rizzi Brignoli durante la versión. foto Patricio Melo

Aunque Verdi se calificaba como agnóstico, en la obra no deja de aparecer su formación religiosa, al construir una obra que es una verdadera aventura, que recrea los sentimientos ante el hecho definitivo, que es la muerte, dando cuenta de la angustia propia de quien espera la salvación eterna, la luz perpetua a que alude parte del texto.

Estos sentimientos los representa, en términos muy pictóricos, en lo descriptivo de algunas secciones, como lo es el vertiginoso “Dies Irae”, transcurriendo la obra generalmente entre el temor y la esperanza, ante la decisión del Juez supremo (Dios) en el día final.

El texto tomado del ritual, está vertido por su autor con la fuerza propia del Romanticismo, y desde el punto de vista musical, es de una dificultad gigantesca para todos sus intérpretes, como bien lo calificó alguien, “un verdadero catálogo de dificultades”; los solistas deben asumir extremos tanto en tesitura como en contrastes dinámicos, y posee notables exigencias de afinación para sus concertados “a capella”, debiendo conservar siempre la expresividad; las dificultades descritas, también las debe enfrentar el Coro. Por su parte la orquesta debe responder a todo tipo de articulaciones y fraseos, además de poseer partes vitales como solistas instrumentales.

En este concierto se juntaron por primera vez orquesta y coro en forma completa, y si bien la distancia con el director pudo resultar excesiva para el coro, el profesionalismo de los cantantes salvó cualquier dificultad, en el caso de los solistas, su ubicación entre los violines segundos, pudo desconcertarlos al inicio, producto del cambio de sonoridad de la sala con público, lo que fue amplia y perfectamente solucionado durante el desarrollo posterior.

El director titular del la Filarmónica Roberto Rizzi Brignoli, quien por fin pudo realizar su primer concierto, luego de haber sido nombrado en el cargo el 2019, realizó un cometido de la mejor factura; coherente y unitario en el concepto general, enfatizando la expresión en cada una de las partes, en un continuo que va desde el pianissimo del inicio, hasta aquel, con que concluye en el final.

Consiguió no solo un bello sonido de sus músicos, fue cuidadoso en contrastes y articulaciones, logró espléndidos diálogos entre instrumentos y de estos con los solistas, mientras que, sus precisas indicaciones lograron una espléndida respuesta del Coro.

El excelente Coro del Teatro Municipal que dirige Jorge Klastornick, consiguió una interpretación que solo puede ser considerada de formidable, dicción perfecta, y bellísima sonoridad, a pesar de cantar con mascarillas, cada voz perfilada, fraseos y articulaciones precisas, afinación impecable, particularmente las partes “a capella”, como no destacar el emocionante final con la soprano.

Parte de la Filarmónica, el director Roberto Rizzi Brignoli, los solistas, el bajo Homero Pérez-Miranda, el tenor Pedro Espinoza, la mezzosoprano María Lujá Mirabelli y la soprano Andre Aguilar, durante el concierto. foto Patricio Melo

El cuarteto solista fue encabezado por la soprano Andrea Aguilar, la mezzosoprano María Luján Mirabelli, el tenor Pedro Espinoza y el bajo- barítono Homero Pérez- Miranda, teniendo cada uno de ellos sobresaliente desempeño.

La soprano Andrea Aguilar, que sin duda ya alcanzó notable madurez interpretativa, manejó los inmensos desafíos con prestancia ejemplar, haciendo gala de contrastes dinámicos, y emotiva expresividad en sus cuasi parlato, asimismo su manejo de los agudos, incluidos los Do sobre agudos, y en sus intervenciones a solo, siempre con afinación ejemplar, así como en su ensamblaje con el resto de los solistas y coro, la convirtieron en una gran triunfadora.

La mezzosoprano María Luján Mirabelli, quien debe abordar ya desde el inicio, un rol de gran protagonismo, lo hizo con su timbre cálido, sólidos graves y firmes agudos, dando la pauta expresiva al resto de los solistas, pues inicia muchos de los concertatos, sus dúos con la soprano fueron de exquisito fraseo y musicalidad, al tiempo que su estupenda afinación, fue parte fundamental en el andamiaje armónico de las secciones “a capella”.

Pedro Espinoza tenor, posee una musicalidad notable que acompaña con gran seguridad, sus partes más expuestas, Ingemisco y Hostias las enfrentó con gran profesionalismo, sin problemas en los feroces agudos, manteniendo en todo momento la expresividad, su dramático Kyrie eleison fue un anticipo de lo que mostraría posteriormente.

Homero Pérez-Miranda el bajo barítono, respondió con el profesionalismo a que nos tiene acostumbrados, hermosa voz, manejo expresivo, que es uno de sus rasgos más característicos, le permite dar el dramatismo necesario y preciso en sus intervenciones, como en su “salvame fons pietatis” o el emotivo “lacrimosa” con coro y el resto de los solistas, sin olvidar su poderoso “Confutatis

El público no escatimó sus ovaciones premiando el desempeño del cuarteto de solistas.

Todos los intérpretes de la memorable versión, agradecen las ovaciones del público. foto Patricio Melo.

Aunque pueda resultar injusto, nos permitimos destacar algunos de los que creemos logros más sobresalientes de la versión; el sobrecogedor inicio «Réquiem aeternam«, luego la polifonía del “Te decet hymnus”, el primer concertato de solistas y coro en elKyrie”. Triunfo absoluto en expresividad, precisión rítmica y contrastes dinámicos mostró el “Dies Irae”, con aquel espectacular “Tuba mirum” que incluye a las trompetas en diversas locaciones de la sala.

La emotividad expresiva de los solistas en el “Liber scriptus proferetur”, la exclamación dolida del coro y solistas pidiendo “Salvame fons pietatis”, el sereno y conmovedor dúo de soprano y mezzo en “Recordare” cantado con gran sutileza expresiva.

No podemos evitar cerrar este comentario, sin destacar el estupendo desempeño del coro, cantando a ocho voces el poderoso “Sanctus” con su perfecta fuga.

No creemos equivocarnos al decir que, este será uno de los momentos estelares de las temporadas musicales del 2022, el público se resistía a salir para continuar ovacionando a todos los intérpretes de la brillante jornada.

Gilberto Ponce. (CCA)

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CASCANUECES VUELVE AL MUNICIPAL.

EL REGRESO DE CASCANUECES AL MUNICIPAL.

El Teatro Municipal de Santiago, entregó a su público un hermoso regalo de Navidad, al estrenar una nueva versión de uno de los grandes clásicos a cargo del Ballet de Santiago, nos referimos a Cascanueces la hermosa y querida coreografía que con música de Piotr Ilich Tchaikovsky, viene encantando por más de un siglo a espectadores que no se cansan de verla, en particular en las fiestas navideñas.

Luego de muchas temporadas presentando el trabajo de Jaime Pinto, que cosechó mucho elogios, el teatro de Agustinas, presentó ahora la coreografía que a partir del clásico de Petipá realizó su actual director, Luis Ortigoza ex primer bailarín estrella de compañía, versión que contó ahora, con la renovada escenografía y vestuario del afamado Jorge Gallardo, de intensa y exitosa carrera en los principales teatros del mundo.

El marco escenográfico de Gallardo, es a la vez sobrio y elegante para la casa familiar de Clara, lúdico y ensoñado en las transformaciones donde ocurriran la batalla entre ratones y los soldados de Cascanueces, y mágicamente etéreo en la escena los copos de nieve. El Mundo de los Juguetes, de sorprendente belleza, tiene como eje tres huevos Fabergé dos de los cuales giran, mientras que el central, servirá de trono para que Clara presencie el homenaje a ella. Los cambios escenográficos a la vista del público, causaron gran impacto.

                              Escena de los Copos de Nieve. foto Patricio Melo

El vestuario, es elegante en su sobriedad para la fiesta en casa de Clara, mágico y bello para la escena de los copos de nieve, y certero en su variedad en el acto final, mención especial merece los diseñados para Cascanueces y posterior Príncipe, para la Reina de los Confites tanto como para Drosselmeyer, en su doble función de tío y mago.

La Iluminación a cargo de Ricardo Castro, fue el complemento perfecto en todas las escenas y acciones.

El acompañamiento orquestal estuvo a cargo de la Filarmónica de Santiago, bajo la estupenda dirección de Pedro Pablo Prudencio, el conjunto mostró bellísimo sonido, afinación ejemplar, pero sobre todo musicalidad. Prudencio hizo derroche de contrastes dinámicos, con certeras articulaciones, al tiempo que acompañó tanto a solistas como a la compañía con extrema precisión.

Creemos pertinente señalar, que la música de este ballet, así como en la ópera Don Giovanni anterior, suenan de maravilla en la ubicación donde la orquesta se ubica ahora, pues permite interpretarla con orquesta completa, algo imposible de realizar en foso orquestal, por ello es que debiera pensarse en alguna solución, cuando la pandemia acabe, intentando agrandar el foso para que quepa una mayor cantidad de músicos, y así mejorar sustancialmente el sonido.

Nos correspondió asistir solo al segundo elenco, por ello este comentario se limitará sólo a ese elenco.

                                          Final del Vals de Las Flores. foto Patricio Melo

Lo primero que corresponde, es alabar el rendimiento del Cuerpo de Baile de la Compañía, que no defrauda en lo certeros y gráciles, tanto como en la compenetración de la coreografía, las escenas de conjunto merecen elogios mayores; del mismo modo destacaremos a los alumnos de la Escuela de Ballet, que son ya capaces de anticipar las aptitudes que desarrollarán en el futuro.

Cristopher Montenegro, asumió como Cascanueces y el Principe, en un rol que aún debe desarrollar, pues a pesar de sus innegables condiciones como bailarín, las mismas que le han hecho triunfar en otros papeles, en esta oportunidad se le vio algo inseguro y rígido en sus solos, y en los pas de deux no fue el complemento necesario para la Reina de los Confites, sin duda que, con trabajo en este sentido y aprovechando su natural talento, llegará a triunfar tanto como lo ha hecho en otros roles, no obstante en sus pasajes con Clara, su rendimiento fue superior.

Llegada de Cascanueces (Cristopher Montenegro) y Clara (Lorena Borja) al Reino de los Copos de Nieve, a la derecha Drosselmeyer (Mirolslav Pejic). foto Patricio Melo

Clara fue Lorena Borja, quien lo hizo con presencia escénica y gracilidad. El papel de la Reina de los Confites, uno de los más codiciados por las bailarinas, debido al despliegue técnico que requiere y permite, lo asumió en esta oportunidad Romina Contreras joven figura de meteórico ascenso, su bien conocido enorme talento y personalidad, lo desarrolló ampliamente en sus solos, no obstante los dúos con Cristopher Montenegro, no se la vio cómoda, sin duda, y aquí fue evidente, ambos solistas deben necesariamente trabajar mucho juntos, para lograr la necesaria simbiosis técnica y de interpretación, para ellos fue su debut, y precisan más trabajo juntos, pues ambos tienen sobrado talento.

Drosselmeyer, es un rol que permite desarrollar un personaje dual, pues es un ser humano con características de mago, y que en cierta forma conduce la trama, Mirolslav Pejic, posee condiciones histriónicas y técnicas que le permitieron lograr señalado éxito.

El Príncipe (Cristopher Montenegro), Drosselmeyer (Miroslav Pejic), la Reina de los Confites (Romina Contreras) y Clara (Lorena Borja) en el Reino de los Confites. foto Patricio Melo

La coreografía de Luis Ortigoza, es bastante innovadora y a la vez clásica, a manera de ejemplo, escena de la fiesta en casa de Clara, es bastante apolínea y responde al deseo del coreógrafo de acercarse a las raíces del origen, bien sabemos que en el ballet ruso, los personajes responden a estereotipos, más que a personas reales, y este aspecto fue evidente en esta escena de la lograda coreografía, en la que cada una de las escenas de conjunto que son abundantes, fueron un triunfo absoluto.

Las incansables ovaciones que el público otorgó a esta producción, a cada uno de los solistas, cuerpo de baile y particularmente a la Filarmónica dirigida por Pedro Pablo Prudencio, la convierten en un verdadero suceso, y sin duda en una de las mejores producciones del año.

Gilberto Ponce (CCA)

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