...

PODEROSO Y EMOTIVO CUARTO CONCIERTO FILARMÓNICO TEMPORADA 2025

EMOCIONANTE CUARTO CONCIERTO DE LA FILARMÓNICA DE SANTIAGO 2025.

En el cuarto programa de la Temporada 2025 de la Orquesta Filarmónica de Santiago, volvió a ocupar el podio el muy talentoso director chileno Luis Toro Araya, con un programa muy contrastante en lenguajes, pero unidos férreamente por la emocionalidad de las dos obras que se interpretaron.

La primera de ellas fue “Canción de cuna para Fuegia Basquet” del joven compositor nacional Tomás Brantmayer, obra muy atrayente y hermosa que desde su estreno el año 2018 por la Sinfónica de la Serena, ha sido interpretada por la Orquesta de Cámara de Chile, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción, Orqueste Sinfónica Municipal de Copiapó y como si fuera poco el 2022 por la Camerata Salzburg (Salzburgo) y creemos que no lo ha sido por un golpe de fortuna, lo es, por la cantidad de valores que posee.

Trata de un hecho histórico antropológico ocurrido en el siglo XIX en la inhóspita Tierra del Fuego y en Gran Bretaña cuando el capitán R. Fitz-Roy conduce a tres indígenas kawésqar a Inglaterra, para “civilizarlos”, entre ellos una niña muy dulce de diez años llamada Yokcushlu, a quien bautizan Fuegia Basquet, la que aprende inglés durante su año de estadía, pero luego se decide que debe volver a su tierra a compartir sus aprendizajes, sin embargo, ahora esta tierra resulta para ella tan desconocida como lo fue Londres, comenzando así su desarraigo emocional, esta historia es tomada por Brantmayer, el que en forma muy inteligente no pretender contar una historia lineal, como tampoco realizar un discurso reivindicacionista, se limita simplemente a metaforizar la historia de Yokcushlu aludiendo a través del sonido, la a vastedad, lo gélido del lugar, el viento y tal vez el silencio cósmico que se siente en Tierra del Fuego y todo eso asociarlo a la historia y el como esta, resuena en su interior.

Para ello se vale de cuerdas, maderas, algunos bronces y timbales, muchas veces maderas y bronces solo se soplan imitando al viento, a la vez que desde su inicio se va desarrollando una progresión dinámica que desde la nada va creando sonidos e imágenes que atrapan.

La versión de Toro Araya y la Filarmónica fue puntillosa en detalles a la vez que muy expresiva, tanto que el público la premió con inusitadamente largas ovaciones, no usuales para obras contemporáneas y nuevas más aún, hacemos notar que el compositor debió salir varias veces a saludar a recibir los aplausos junto al director y la orquesta.

El compositor Tomás Brantmayer, la Filarmónica y el director Luis Toro Araya, agradeciendo, foto Juan Milllán

La monumental Sinfonía N.º 8 en Do menor de Anton Bruckner cerró el programa, en una versión que será recordada por mucho tiempo debido a sus excelencias, quedando absolutamente claras dos cuestiones fundamentales, la primera el formidable estado en que se encuentra la Filarmónica de Santiago y en segundo lugar, la madurez musical alcanzada por Luis Toro Araya, quien demostró con largueza un profundo conocimiento de la partitura, no solo en lo formal, sino que logrando extraer todo el sensible mundo interior expuesto en la obra.

Luis Toro Araya y parte de la Filarmónica interpretando la Sinfonía de Bruckner. foto Juan Millán

Sinfonía compleja, escrita para una enorme orquesta que incluye tubas wagnerianas, repleta de dificultades de todo orden, incluyendo contrastes dinámicos y de carácter ademas de constantes cambios de tempi y pulso, que obligan a la batuta a estar muy alerta, para obtener el balance sonoro preciso, es imposible no recordar los gestos de Toro Araya, dirigidos a alguna familia o grupos instrumentales, señalando que debían escuchar a otras familias o instrumentos, para sacar a luz algunos temas o melodías que debían necesariamente escucharse.

Toro Araya fue muy austero en sus gestos y movimientos, pero muy preciso y claro para la consecución de sus objetivos logrando una estupenda respuesta de los músicos que seguían sus indicaciones escrupulosamente.

En su diversidad cada movimiento fue un complemento para la unidad emocional de la sinfonía, en todos ellos existen pausas que no deben interrumpir el discurso, en este plano creemos que estuvo uno de los mayores logros de Toro Araya, al unirlas con un arco de exquisita naturalidad en un continuo asombroso, hacemos hincapié en este punto, pues las versiones de otros directores, al no enfocarlas correctamente pierden la unidad que debe existir.

Luis Toro Araya en un momento de su dirección. foto Juan Millán

Las cuerdas fueron dulces o poderosas con afinación perfecta además de bello sonido y muy expresivas, las maderas que tienen muchas partes “tutti” que se contrastan con otras a solo fueron siempre musicales y de hermoso sonido, los bronces que son muy numerosos tocaron con hermoso y brillante sonido de gran homogeneidad y afinación perfecta, alguien los calificó en justicia de: “un lujo”, la numerosa percusión tuvo un impecable resultado, destacándose por su musicalidad y prestancia el timbalista.

Si bien consideramos que cada uno de los cuatro movimientos fue de excelente factura, pensamos que la belleza profunda del tercero el Adagio, fue de una serena tensión que conmovió profundamente, en particular aquel motivo descendente de las cuerdas al final, que dejó en vilo al público.

La conclusión del cuarto fue de tal perfección sonora, que no extrañó la gigantesca ovación del público, que a sus aplausos agregó “pataditas” en el suelo, las que fueron replicadas por la orquesta.

Un éxito rotundo del director Luis Toro Araya y de la Filarmónica de Santiago, coincidentemente el programa se titulaba “Bruckner triunfal”, y sin duda lo fue.

Gilberto Ponce (CCA)

0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar de
guest

0 Comments
Más antiguo
El más nuevo Más Votados
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios

Últimas Críticas

0
Me encantaría tu opinión, por favor comentax
Seraphinite AcceleratorOptimized by Seraphinite Accelerator
Turns on site high speed to be attractive for people and search engines.