DE BOHEMIA A VIENA POR LA SINFÓNICA EN LA GRAN SALA SINFÓNICA.
Dirigida por el británico Andrew Gourlay la Orquesta Sinfónica Nacional, continuó su Temporada 2025 en la Gran Sala Sinfónica con obras de Bedrich Smetana, Mario Castelnuovo Tedesco y Richard Strauss.
La jornada, a nuestro juicio, tuvo tuvo resultados mixtos que aún no permiten formarse una opinión acabada del joven Gourlay, quien muestra un gesto claro y buenas intenciones, pero al menos en su primera presentación tuvo algunos pulsos poco claros, que provocaron algunas inseguridades en la versiones.
El ciclo de Poemas Sinfónicos de Smetana titulado Mi Patria, es una verdadera síntesis del nacionalismo musical de Bohemia, pues en el se plasman tanto paisajes como leyendas de esa región centro europea, entre todos sin duda alguna el más popular y conocido es “El Moldava” una poética descripción del principal río de la República Checa, la que se inicia con los deshielos en las montañas hasta formar el caudaloso afluente que recorre paisajes tanto de día como de noche, incluso los bailes de una boda campesina en una de las aldeas por la que cruza, hasta llegar finalmente hasta la ciudad de Praga. La obra es un lujo de texturas y timbres y las descripciones se alternan con el gran tema del río (leit motiv) en un sinnúmero de contrastes melódicos y dinámicos.
El director Andrew Gourlay dirigiendo dirigiendo a la Sinfónica Nacional foto ceac
La versión se inició bastante confusa en pulsos entre maderas y cuerdas y los pizzicato de las cuerdas fueron casi inaudibles debido al problema acústico no solucionado de la sala, luego el tema central, las flautas casi predominaron sobre los violines, aunque este fue muy musical, algo similar ocurrió con el hermoso fragmento “a la luz de la luna” con el pianissimo a cargo de los violines, luego con carácter fue la danza en la boda y poderosa la descripción de la llegada a Praga, lamentablemente ensuciada por desafinaciones en los trombones, tal vez estas fueron las razones por las que la versión no logró entusiasmar demasiado a un público que estuvo muy lejos de llenar la sala.
El solista en guitarra Emmanuel Sowicz y el director Andrew Gourley. en Castelnuovo Tedesco. foto ceac
El repertorio para guitarra y orquesta es muy escaso, por por ello resulta interesante escuchar alguna obra con esta combinación, ahora se pudo escuchar el Concierto para guitarra y orquesta Nº 1 de Mario Castelnuovo Tedesco obra encargada al compositor por Andrés Segovia uno de los grandes intérpretes del siglo XX quien lo estrenó en Montevideo con la orquesta del SODRE en 1939.
Sin duda esta obra es un poderoso imán para los guitarristas, debido a las escasas obras existentes para esta combinación, además consideremos que en sus tres movimientos existen momentos donde el solista puede mostrar sus atributos musicales, ahora bien, como se sabe que la guitarra no puede competir en sonido con una orquesta, razón por la que los compositores están obligados a ser muy cuidadosos en su orquestación y además en muchos de los conciertos en vivo, la orquesta se reduce en función del balance, creemos que en esta oportunidad no fue el caso.
El solista fue el joven músico chileno residente en Londres, Emmanuel Sowicz, que posee una interesante carrera internacional, con el plus de haber ganado dos concursos internacionales de guitarra el Luis Sigal de Viña del Mar el 2017 y otro en Londres el 2018.
Sowicz demostró ser un gran conocedor de la obra dando muestras claras de su musicalidad y refinada técnica en una partitura de un estilo no demasiado definido, ya que transita entre lo neoclásico y la modernidad, contando con un tercer movimiento que se acerca al estilo de un baile español, sin ser esto muy explícito, si bien Gourlay trató de generar espíritu popular, el resultado general fue más bien flemático, pero en contrario el solista si se acercó más al carácter.
El público reaccionó con bastante entusiasmo ante la interpretación de Sowicz, como por el hecho de poder escuchar un concierto que se escucha muy de tarde en tarde en nuestras salas de concierto.
Emmanuel Sowicz y Andrew Gourley saludando al finalizar la obra de Castelnuovo Tedesco. foto caec
Finalizaron con una selección orquestal de fragmentos de la ópera El caballero de la rosa de Richard Strauss, donde se observó una buena versión, con fragmentos muy logrados, con buen rendimiento general, que enfatizó más lo grandioso de la partitura sin destacar lo íntimo y sensible, que en esta suite también está presente, por en la búsqueda de lo ampuloso, el final fue más estruendoso que musical.
Andrew Gourlay y la Sinfónica agradecen los aplausos del público. foto ceac
Gilberto Ponce (CCA)