“GISELLE” CLAMOROSO RETORNO DE UN CLÁSICO POR EL BALLET DE SANTIAGO.
(Elencos I y II)
Continuando con su Temporada 2025 el Ballet de Santiago que dirige César Morales repuso uno de sus éxitos más significativos, nos referimos a Giselle considerado como una de las cumbres del Romanticismo en la danza, obra que por su emocionalidad y belleza siempre atrae multitudes.
Calificado en la partitura como ballet/ pantomima, cuenta con el libreto de T. Gautier y J–H Vernoy y con la inspirada música de Adolphe Adam, que en un rasgo distintivo incluye varios leitmotiv, que le otorgan sólida unidad musical a una partitura posee dos partes marcadamente diferentes, terrena y muy descriptiva para las acciones del primer acto, que ocurre en la aldea donde viven Giselle y los campesinos y muy lírica y etérea para el bosque donde habitan las Willis, doncellas que han muerto después de haber sido engañadas por sus prometidos, las que en venganza atraen hombres para hacerles bailar hasta morir.
Giselle (Laleska Seidel) como una Willi en el segundo acto. foto Alberto Díaz
Sin duda la música de Adam ocupa un lugar en podio de las mejores, equiparándose con las más destacadas partituras escritas para la danza, en ello radica tal vez que sus melodías se encuentren en el inconsciente colectivo del público.
Se trata de una coreografía particularmente exigente tanto para los solistas como para el Cuerpo de Baile, y no solo lo es en cuanto a técnica, pues requiere además de importante expresividad de todos los bailarines, particularmente en aquellas secciones donde además de bailar deben actuar sus personajes, de allí el calificativo de pantomima asimismo exige a la compañía una sólida disciplina en todos los bailes de conjunto.
En esta oportunidad se repuso la coreografía de Iván Nagy y Marilyn Burr ofrecida por la Compañía en muchas oportunidades, la que nunca ha perdido su frescura y novedad, esta cuenta con la escenografía y vestuario de Pablo Núñez que nos conduce junto a la iluminación de Ricardo Castro a la Renania de fines de la Edad Media.
Mirtha (Katherine Rodríguez) con una parte de sus Willis. foto Alberto Díaz
La primera escena es mágica, en el amanecer con niebla la que al disiparse permite ver en la cumbre de un montículo un castillo de algún noble, no sabemos porqué este este efecto no se produjo en la segunda función que presenciamos, donde actuó el elenco I, seguramente los imponderables de algunas funciones, en todo caso en el resto del desarrollo no ocurrió ningún otro inconveniente.
El vestuario (Núñez) de gran belleza tanto para los protagonistas como para aldeanos y los espíritus de las Willis, es realzado por la acertada iluminación (Castro), la que además enfatiza el dramatismo o magia de algunas escenas.
Giselle muchacha de frágil salud, está enamorada de del duque Albrecht, quien disfrazado se hace pasar por aldeano, sin contar que está comprometido con Bathilde una noble princesa. A su vez Hilarión un aldeano ama a Giselle, descubriendo que el supuesto aldeano es un noble. En la celebración de la vendimia donde todos festejan, aparece Hilarión y desenmascara a Albrecht frente a todos, incluidos los nobles que de cacería han descansado en la aldea. Giselle al descubrir el engaño enloquece y muere frente a su madre. Albrecht, Hilarión, Bathilde, aldeanos y nobles horrorizados contemplan la escena.
Giselle (Laleska Seidel) yace muerta en brazos de su madre (Edymar Acevedo) foto Alberto Díaz
En un bosque cercano que cobija la tumba de Giselle, las Willis encabezadas por Mirtha realizan ritos a la luz de la luna, esperando algún hombre al que en venganza asesinarán, hasta allí había llegado Hilarión a rendir tributo a Giselle, será descubierto y las Willis sellarán su destino, siguen los ritos y aparece Albrecht desolado, porque ha descubierto que de verdad ama a Giselle.
Las Willis lo acechan pero Giselle se interpone ante Mirtha y su séquito, logrando impedir que este muera, desvaneciéndose todas, dejando a Albrecht en profunda desolación. El Amor ha triunfado por sobre y más allá de la muerte.
El Ballet de Santiago además de presentar tres elencos para los roles solistas, mostró a sus dos recién ascendidos “primeros bailarines”, Laleska Seidel y Felipe Arango que bailaron en los elencos I y II respectivamente como Giselle y Albrecht.
Giselle (Lalelska Seidel) durante las celebraciones en el primer acto. foto Alberto Díaz
Laleska Seidel deslumbró con una técnica de gran perfección, gracilidad en los movimientos de brazos y piernas, con giros y saltos impecables, pero sobre todo con gracia y expresividad notables, su evolución desde la sencilla y enamorada muchacha del comienzo a la conmoción que le provoca el saberse engañada, para concluir con la desgarradora escena de la locura del final del primer acto, dieron muestra de la madurez que está alcanzando, remarcada ampliamente luego en el acto II como el espíritu ingrávido de Giselle, ahora una Willi más que no dudará en enfrentarse a todas por salvar la vida de Albrecht, sus sorprendentes y perfectos solos le valieron ovaciones tanto como sus dúos con Albrecht.
Emmanuel Vásquez, lo hemos dicho otras veces es el príncipe por antonomasia, por ello ha deslumbrado en otros ballets que no requieren de la humanidad de Albrecht, su perfecta técnica acompañada de una seguridad enorme es una de sus características, razón por la que es admirado, pero creemos que en esta oportunidad fue un arquetipo del personaje, le faltó conmover, fue tal vez fríamente emocional.
Albrecht (Emmanuel Vásquez) llegando al bosque de las Willis. foto Alberto Díaz
Hilarión el celoso enamorado de Giselle, encontró en la espontaneidad y buena actuación de Lucas Alarcón un estupendo y convincente bailarín e intérprete.
Mirtha el frío personaje que conduce a las vengativas Willis, fue interpretado en esta oportunidad por Katherine Rodríguez quien con su perfecta y elegante técnica fue una estupenda intérprete.
De una enorme exigencia es el Pas de Paysan del primer acto que ocurre durante la fiesta de los aldeanos pues incluye varios complejos solos y dúos, en el mostraron sólidos avances Alexia Comisso y Aaron Guzmán.
En el elenco II Katherine Rodríguez se desdobló ahora con una impronta diferente al encarnar a Giselle rol con el que ha cosechado grandes éxitos, fue tan grácil como la inocente muchacha del comienzo y creemos algo contenida en la escena de la locura pero muy convincente como el espíritu de Giselle en el bosque donde desplegó plenamente todas sis capacidades expresivas y técnicas.
En el reino de las Willis Albrecht (Felipe Arango), Giselle (Katherine Rodríguez) y Mirtha (Mariselba Silva) foto Alberto Díaz
Felipe Arango como Albrecht en el elenco II demostró con creces el porqué llegó a primer bailarín, con una presencia escénica impresionante su técnica se agigantó, saltos ingrávidos, giros perfectos piruetas sorprendentes, pero sin duda lo más importante es que creó un personaje creíble en lo humano, en el segundo acto conmovió con su desolación del inicio y en el final, mientras derrochaba técnica en dúos y solos, muy merecidas las ovaciones que recibió.
Recio y aguerrido fue el Hilarión de Cristopher Montenegro un papel que le calza perfecto ya que se trata de muy buen bailarín además es un gran actor.
Las Willis y Mirtha (Mariselba Silva) intentando expulsar a Hilarión (Cristopher Montenegro9 Foto Alberto Díaz
Mariselba Silva con prestancia y técnica fue una muy convincente Mirtha.
María Lovero y Matías Romero dieron cuenta de sus notables avances como intérpretes con su intervención en el Pas de Paysan.
La sólida Edymar Acevedo fue una convincente Madre de Giselle en todos los elencos.
El Cuerpo de baile mostró su poderío y disciplina en los conjuntos del primer acto, con perfección admirable y simplemente maravilló el cuerpo femenino luego en el segundo acto, consiguiendo espontáneos aplausos en varias de sus intervenciones.
Primer acto Giselle (Laleska Seidel), Albrecht (Emmanuel Vásquez y Cuerpo de Baile foto Alberto Díaz
Pedro Pablo Prudencio, condujo con extraordinaria sensibilidad a una Filarmónica de Santiago que respondió a cada una de sus indicaciones con hermoso sonido, musicalidad y expresividad, brillantes los solos instrumentales, la batuta siguió atentamente a los solistas, además que los cambios de pulso o velocidad fueron de gran naturalidad, entrañable fue la expresividad en el segundo acto, el público ovacionó fervorosamente, tanto a la orquesta como a Pedro Pablo Prudencio, en estas funciones de Giselle de fuerte contenido emocional.
Gilberto Ponce (CCA)