HELMUTH REICHEL DIRIGE OBRAS CONTRASTANTES CON LA SINFÓNICA.
Continuando su Temporada 2025 la Orquesta Sinfónica Nacional, presentó cuatro obras tan contrastantes como breves, que sumaron poco más de sesenta minutos en la Gran Sala Sinfónica, programa que fue dirigido por Helmuth Reichel, la ocasión permitió apreciar algunos ajustes acústicos necesarios para que la sala, quede en un futuro próximo en óptimas condiciones; las obras mostraron estilos contrapuestos en lenguaje y carácter, pero todos respondiendo a lo esencial del lenguaje de sus compositores.
El compositor Tomás Brantmayer autor de «Morbus Sacer» foto ceac
De Tomás Brantmayer el interesante y talentoso compositor chileno residente en Londres, se escuchó primero “Morbus Sacer”, que era el nombre que en la antigüedad se daba a la epilepsia, también conocida como “enfermedad sagrada”, llamada así por todo el misterio que la rodeaba, en la que sus angustiosos signos externos, en nada afectaban el intelecto de quienes la sufrían.
Brantmayer decidió escribir una suerte de autobiografía de las crisis y calmas que le han aquejado desde la infancia.
Creemos que tal vez lo más valioso de la obra sea su valeroso y exitoso intento por plasmar en una partitura estas crisis, pues aunque no se conozca su “programa”, la música nos traslada a los caóticos minutos de esos ataques, o a eventos similares.
El compositor posee un lenguaje más cercano al expresionismo, mezclado con técnicas contemporáneas, por ello sus obras resultan atrayentes y dejan recuerdo (memoria), que es fundamental en el arte, y probablemente sea este el factor por el que sus obras se interpreten con bastante frecuencia, recordemos que en el presente año la Orquesta Filarmónica de Santiago interpretó “Canción de cuna para Fuegia Basquet”.
Helmuth Reichel interpretando con la Sinfónica Morbus Sacer. foto ceac
Como Brantmayer es bastante buen orquestador y maneja cuidadosamente los contrastes, capta con facilidad la atención de los oyentes, en este caso la obra es para gran orquesta incluida una nutrida percusión. Morbus Sacer tuvo su estreno mundial el 2023 con la Orquesta del Royal College of Music de Londres con gran éxito.
La versión de Reichel enfatiza los aspectos rítmicos mucho de ellos caóticos, los que que contienen además secciones aleatorias, estos se contrastan con secciones calmas pero de suspenso como previendo un nuevo ataque.
En este sentido creemos que la batuta acertó plenamente en el carácter de la obra que tuvo una calurosa acogida de parte de un público que además fue entusiasta con su creador, que salió desde el público a saludar.
Tomás Brantmayer, Helmuth Reuchel y la Sinfónica agradecen los aplausos. foto ceac
Continuaron con la “Suite de Danzas” de Bela Bartok escrita para celebrar el 50 aniversario de la unificación de Budapest (antes Buda y Pest separadas por el río Danubio ocasión donde también se estrenó “Psalmus Hungaricus” de Zoltan Kodaly, cuya única audición en Chile se realizó en la década de los 60` por la Sinfónica y el Coro de la Universidad de Chile.
La Suite de Danzas consta de seis partes contrastantes, algunas de las cuales recuerdan tanto a El Mandarín Maravilloso (ballet) como al Concierto para Orquesta del mismo Bartok, diferenciándose cada parte por las texturas instrumentales como por el carácter, siendo algunas extremadamente rítmicas, la versión de Reichel captó bien el carácter general y la respuesta de la orquesta fue en general muy correcta, con escasos desajustes.
Las secciones femeninas del Coro Sinfónico y de la Camerata Vocal algo mejor iluminadas foto ceac
Claude Debussy fue el tercer compositor convocado, con una de sus obras del más acentuado impresionismo, pero que curiosamente no alude a pintores franceses, se inspiró en obras del estadounidense Whistler y en el británico Turner, se trata de “Nocturnos” los que se denominan “Nubes”; “Fiestas” y “Sirenas” en el que interviene un coro femenino.
Pensamos que en esta obra se dio el punto más alto del concierto, pues la dirección captó tanto el carácter y la sensualidad de los fragmentos, particularmente en Sirenas donde consiguió una poética serenidad, en este número participaron los Coros femeninos del Sinfónico y de la Camerata Vocal que preparó estupendamente Juan Pablo Villarroel.
Los fraseos e inflexiones que consiguió Reichel de las hermosas y muy timbradas voces fueron de gran belleza y musicalidad, consiguiendo sensibles progresiones dinámicas con unos preciosos pianisimo, el final que se disuelve en la nada fue sobrecogedor. La entusiasta respuesta del público fue el justo reconocimiento al estupendo trabajo.
La Sinfónica, los Coros femeninos (poco iluminados) el director Juan Pablo Villarroel agradecen los aplausos. foto ceac
Para finalizar la orquesta interpretó la obra más popular del compositor francés Emmanuel Chabrier, la rapsodia para orquesta “España”, obra que surge del impacto provocado por el viaje que el compositor y su esposa realizaran al país ibérico, partitura que se agrega a la larga lista de composiciones que tanto autores franceses como de otras nacionalidades han dedicado a España, sin duda la fuerza, carácter, ritmo y color de la música de la península fueron un imán irresistible para muchos compositores.
La obra se llamaría primero “Jota” que es el ritmo de la danza que predomina en ella, luego derivó a España; se dice que Manuel de Falla habría manifestado, que jamás habría pensado que un compositor extranjero captara tan bien el espíritu del baile como lo hizo Chabrier.
La obra de brillante en orquestación, hasta alude a la guitarra al inicio, está llena de cambios rítmicos y de colorido instrumental y recibió de Reichel y la Sinfónica una energética versión que entusiasmó enormemente al público que ovacionó la interpretación, olvidando algunas desafinaciones de algún corno como de un trombón así como pequeños desajustes en las maderas, sin duda lo más importante fueron el carácter y fuerza que los intérpretes lograron de la partitura.
Helmuth Reichel y la Sinfónica Nacional interpretando la obra de Chabrier. foto ceac
En cuanto a las condiciones acústicas, estas han mejorado, pero así como se ha conseguido gran brillo para los bronces, es preciso equilibrar la presencia de violines, violas y chelos tanto como la de las maderas, sabemos que se trata de un trabajo paciente y largo, pero muy necesario para lograr el resultado que tanto músicos como público esperamos.
Gilberto Ponce (CCA)